Sumario: 1. Introducción; 2. Método; 3. Sistemas de formación del respeto legal; 4. Desadaptación a los sistemas culturales normativos y la criminalidad; 5. Regla comunitaria de prohibiciones; 6.- Conclusiones; 7.- Bibliografía.
Resumen: Para el desarrollo del presente se toman los estudios de tres autores de la corriente del estructuralismo y funcionalismo, y su aplicación en la comprensión de la conducta violenta, así como el sistema normativo analizado desde los antiguos regímenes en los clanes o culturas o sociedades primitivas, donde a raíz de su desentrañamiento desde una óptica sociológica y antropológica, se descubren los elementos que rigen sus vida, teniendo jerarquías y ordenamientos, prohibiciones y tabúes, así como autodepuramientos, este entendimiento es trasladado a las llamadas sociedades avanzadas para comparar los orígenes y tendencias que ha formado su régimen de sistema actual basado en normas sociales y legales, dejando de lado la espontaneidad natural o biológica, siendo el mismo ser humano un autodomesticador de sí y de otros mediante las figuras de poder, heredadas, purificadas y representadas en instituciones y personajes legitimados.
1. Introducción
El humano crece y se desarrolla en un sistema de relaciones culturales preestablecidas y previamente conformado por personas que a su vez crearon grupos de interés sobre necesidades específicas de sobrevivencia, alimento, trabajo en equipo o protección, cuya unidad ha sido indispensable para su mantenimiento y consolidar la vida. Tales sistemas sociales obedecen a dinámicas que se fueron estableciendo por los grupos que anteceden a las nuevas generaciones. Con el establecimiento de dinámicas de grupos, también surgieron jerarquías, reglas de operación, distribución de actividades, el respeto a determinadas figuras a las cuales se les asignó autoridad y el estigma del poder en su ser. Estas dinámicas han sido milenarias y van evolucionando, incorporando los cambios sociales y tecnológicos. En el actual, se deposita en diversas figuras la autoridad, por ejemplo, en la familia, los abuelos, padres, en el empleo, a los superiores jerárquicos, en los gobiernos que administran, igualmente, según su jerarquía y rubro de la vida que regule. A la par de estos mismos ordenes de autoridad y poder, surgen conductas contrarias que no atienden a las restricciones y prohibiciones establecidas, desviándose de la expectativa social, con lo que debe intervenir el aparato que reprima o castigue tal conducta, del mismo modo, ese poder se deposita en los superiores familiares, de los grupos sociales, industriales y gubernamentales.
2. Método
Para el desarrollo del presente ensayo se recurrió al método de revisión bibliográfica (Gómez-Luna; Fernando-Navas; Aponte-Mayor; y Betancourt-Buitrago, 2014),el cual consiste en la búsqueda de información a través de documentos para recopilar y analizar información sobre el tema específico, en este caso, como base e inicio, el libro Las Estructuras Elementales del Parentesco de Lévi-Strauss (1981), del cual se extraen los elementos en la construcción de la conducta prohibida, la cual se va institucionalizando en figuras parentales, de grupo, y acrecentándose en el actual, mediante instituciones de poder gubernamental. Adicionalmente, se complementa con otras lecturas (Antón Hurtado, 2012; Marcial, 2012; París Pombo, 2012; Paladino, 2011; Maddaloni, 2006; Navone, 2005; Gallego García, 2004; Harris, 1996; y Malinowski, 1985) a similitud del tema del desarrollo de la prohibición de conductas.
3. Sistemas de formación del respeto legal
En la obra Las Estructuras Elementales del Parentesco, Levi-Strauss (1981) se expresa como defensor de la interacción naturaleza-cultura, contrario a la oposición que formulaban algunos precursores de la sociología, establece que en la naturaleza del hombre está el ser cultural también, teniendo como primer principio de interacción con otros, el acto sexual (citado por Paladino, 2011). Atiende a tres fuentes de estímulos determinantes de la conducta en general, las psicológicas y biológicas, inherentes al ser, y cambiantes también por otra fuente, la sociológica (Levi-Strauss, 1981), y que por momentos no se puede distinguir uno del otro. Los humanos integran al sistema, cuestiones culturales y biológicas, de las cuales, se establece que en estas segundas, existe un orden predeterminado (Paladino, 2011), pero a su vez regulado por las fuerzas externas de agentes culturales, que bien pueden ser los padres, escuelas, otras instituciones, no son meramente yuxtapuestas unas de otras, sino fusionantes (Levi-Strauss, 1981).
Levi-Strauss (1981) realizó estudios sobre la organización de las familias para el trabajo de sobrevivencia del grupo, así como la alianza entre los individuos de esta familia u otros grupos, para generar un ordenamiento mediante intereses comunes, con intercambios, valores mágicos, etcétera (Marcial, 2012; Malinowski, 1985) existiendo constancia y regularidad. También estudió grupos de salvajes, que aislados del ambiente social, lograron desarrollarse y subsistir, pero notó cierto grado de imbecilidad, anomalías congénitas, y sin llegar a una evolución óptima, vista así desde los grupos dominantes autoeregidos como desarrollados o avanzados (Levi-Strauss, 1981). Sobre este tema, se volverá más adelante en lo correspondiente a los inicios de la antropología criminal y las primeras explicaciones (desadaptados) de enfoque positivista biológico de la criminalidad (Antón Hurtado, 2012).
Levi-Strauss (1981) analiza el método de matrimonios y alianzas de la especie con otros grupos, observando un orden jerárquico, donde cada sujeto tiene el dominio del otro, y así ocurre sucesivamente, ya sea que se refiere a quién come primero, o quiénes cazan para otros, quién posee a la mujer, a quién se le entrega, quién tiene el control en la vivienda, etcétera, además de las prohibiciones, en específico la que Levi-Strauss observó, fue hacia el incesto. Esto lo nota de modo similar (la jerarquización y disciplina) en diversos espacios (Egipto, Perú, por ejemplo), teniendo variaciones de conductas prohibidas y permitidas (Antón Hurtado, 2012). Lo que también constituiría crímenes y castigos en ciertas sociedades. Creando así un orden comportamental (Paladino, 2011) basado en tótems y tabúes, llevando a una “aureola de terror respetuoso que se asocia con las Cosas sagradas” (Levi-Strauss, 1981: 9). Esta es una función en razón de necesidades creadas por los grupos, en este caso para protección y control para la sobrevivencia de este (Malinowski, 1985).
El realizar una conducta prohibida genera repudio, así, el sistema de prohibición-sanción de determinada conducta restringida, se dirige en varios aspectos desde el enfoque de las sociedades antiguas, la repugnancia de la conducta, el conocimiento social mediante la exposición de esta por quién la cometió, y el propio castigo, señalaba Malinowski (1985) que incluso, cuanto más conocida sea la persona que la realizó, genera más vergüenza y deseo de reprimenda, llevando, en la sociedad primitiva, al suicidio como autopurificación, hechicería u otros actos, realizada por personas especiales que tenían el conocimiento técnico y específico para realizarlo, además de la autoridad, lo que en la modernidad, se análoga con los jueces o interpretadores de la ley, los articuladores de las normas (legisladores) y la institución que tutela el castigo en nombre del colectivo (gobierno-cárcel-punición). Son de cierto modo, fuerzas que crean orden, uniformidad y cohesión (Malinowski, 1985).
4. Desadaptación a los sistemas culturales normativos y criminalidad
En una sociedad desorganizada, que no se cohesiona o avanza en paralelo a la sociedad dominante, se consideran aspectos retrógradas, primitivos, donde impera el desenfreno, se especula que la “vida primitiva se caracterice por su ausencia de leyes” (Malinowski, 1985: 5), y de existir, se tergiversan según ese grupo desobediente. Levi-Strauss explica que la “ausencia de reglas parece aportar el criterio más seguro para establecer la distinción entre un proceso natural y uno cultural” (Levi-Strauss, 1981: 6). Su sobrevivencia se fundamenta en su propia dirección, aislada, independiente, no integrada al estándar de crecimiento colectivo a la par, contrario al modelo cultural basado en instituciones sociales, lenguaje, instrumentos, valores, religión (Levi-Strauss, 1981). Existe una ley y dos reacciones a esta: Obedecerla o quebrantarla, donde la sociedad que se adapta o la acepta, mientras que la que se rebela e inconforma, la quiebra.
Existen ciertas necesidades que se manifiestan como condiciones humanas que deben enmarcarse en un ambiente cultural, satisfaciendo aquellas; por ejemplo, Malinowski (1985) distinguía 7:
1) Las metabólicas;
2) Reproductivas;
3) Bienestar físico;
4) Seguridad;
5) Movilidad;
6) Crecimiento, y
7) Salud.
Mientras en el plano social, pueden existir otras:
1) De familia;
2) Afecto;
3) Reconocimiento;
4) Empleo, y
5) Economía.
Estas se encaminan por las estructuras, ya sean de la sociedad o del estado, donde se provee y facilita del desarrollo proporcional para todos, pero cuando no hay esa posibilidad o las necesidades son mayores a las permitidas, se actúa de modo imprudente para obtenerlo por medios no normalizados, se refiere a aquel salvaje que choca con las reglas sociales convencionales, considerándolo anormal (Levi-Strauss, 1981).
Las explicaciones de enfoque antropológico sobre la criminalidad (Lombroso), surgen en Italia en la cumbre del positivismo, donde el liderazgo explicativo lo llevaron los médicos, estos, buscaron la imbecilidad, salvajismo, animalidad y rasgos primitivos en los hombres criminales. Luego surge un abandono por el interés en la antropología criminal, a pesar del auge que tuvieron las teorías del positivismo biológico, que buscaban principios antropométricos, herencia, retraso para las causas de la criminalidad, formando así modelos físicos en los habitantes de diversas zonas para dar estatus y clasificación criminal (Antón Hurtado, 2012). Incluso Platón mencionaba que “hay una criminalidad hereditaria, del padre, del abuelo, del bisabuelo, una herencia del mal” (Antón Hurtado, 2012: 3).
Posteriormente, se reivindican los estudios del crimen, incorporando aspectos sociales, ambientales, y es que según Montagu (citado por Antón Hurtado, 2012, p. 7) es la misma sociedad la que determina los crímenes, los que son en algún espacio, no lo son en otro, sumatorio a esto, existen condiciones mesológicas que pueden conducir al caos, desorden, deterioro, desigualdad, etcétera, factores como las mismas instituciones, su función, son las que inclinan al crimen. Ferri prefiere estudiar factores biológicos, sociales y ambientales, diversifica y encuentra Nicéforo (citado por Antón Hurtado, 2012: 6) el aislamiento, la geografía, analfabetismo, atavismos, latifundios, mafias, entre otros.
Taylor (citado por Harris, 1996: 121) apunta: “En la humanidad parecen existir una capacidad intelectual y un temperamento innatos. La historia nos enseña que unas razas han adelantado en la civilización, mientras que otras se han detenido al llegar a cierto límite o han retrocedido”. En este sentido, la sociedad viene etiquetando desde entonces a los distintos, no adaptados, relegados, como aquellos otros que actúan mal y en contra por sus condiciones de inferioridad, y esto es reforzado con el discurso político, pues el grupo dominante establece qué actos sociales serán castigados o restringidos, incluso sancionados severamente (Navoe, 2005).
5. Regla comunitaria de prohibiciones
Continua un basamento en sistemas simbólicos de provocar miedo mediante instituciones que representan el control; es decir, la “ilusión totémica”, arrastrando con aquello antiguo de la “sociedad primitiva” que se conducía por prohibiciones (Paladino, 2011), en otro entender, sería el antídoto a través de la sanción (Malinowski, 1985). De tal modo se tiene al estado social y la formación del estado institucional, el cual tutela, vigila el actuar, atendiendo a las prohibiciones que regulan la conducta, ya sea mediante la autolimitación o violando estas restricciones. El sistema de tabúes y obligaciones (Paladino, 2011) constituye una estructura.
El desarrollo de las sociedades fundamentan su evolución en una serie de obligaciones que inherentemente cumplen con reciprocidad social (Malinowski, 1985); es decir, las alianzas y cohesión grupal se dan para el progreso y distribución de actividades, electas por iniciativa, especialidad en el trabajo o asignación. Algunas de estas conllevan un elemento emocional de intención privada, movidas por la ambición, vanidad. Los individuos adaptados, saben que deben cumplir con obligaciones (Marcial, 2012).
La antropología de la violencia (Paladino, 2011), estudia los crímenes en sus formas de expresión, su aparición, historia, transformación, en el presente e imaginaría cómo serían a futuro, lo que para una sociedad es criminal y para otra no, así como las reacciones a este en la sociedad, su represalias a cada tipo criminal, así como la ley (Antón Hurtado, 2012; Malinowski, 1985). El crimen representa la violación al respeto colectivo, visto desde las sociedades primitivas, el quebrantamiento al “clan totémico”, la prohibición, apartándose de sus compromisos culturales, pero habiendo “también castigos sobrenaturales que acompañan este delito” (Malinowski, 1985: 51).
La violencia es regulada mediante otra violencia, pero es la institucionalizada y aceptada por la tribu o sociedad. Existe un sistema entre lo individual, lo violento y lo sagrado, este último prohíbe, restringe y castiga cuando alguien que no sea igual de sagrado (el legitimado) (Marcial, 2012) que este, realice un quebrantamiento, así funciona el orden de estado contemporáneo, mediante sus religiones, policías, militares, instituciones de persecución, investigación (ritual), entre otras, donde también ejerce actos igual o peor de violatorios, pero siendo el grupo depurado de poder, pueden ejercerlo sin consecuencia, incluso se dignifica, es un mecanismo de reciprocidad social, amenazante, vigilante (ritual) (Paladino, 2011). El encarcelar a un sujeto es un acto sacrificial de “expulsar la violencia maléfica fuera de la comunidad” (Paladino, 2011: 8).
Se busca que los sujetos se adhieran a la colectividad y adaptación comunitaria, o mediante las tres propuestas de adaptación según Radcliffe-Brown:
1) La adaptación ecológica, donde la vida social se ajusta al medio físico;
2) La adaptación institucional, siendo las disposiciones estructurales que mantienen la vida ordenada, y por último, y
3) La adaptación cultural, que faculta a social y mentalmente a los sujetos en hábitos para ajustarse a la vida en sociedad, y desenvolverse dentro de ella (Marcial, 2012: 19).
Esto lleva a un compromiso bilateral de uno con el otro, cimentados en normas sociales. De este modo se impide el exceso de terror y desconfianza, buscando que en una comunidad sus miembros acaben consigo mismos (Paladino, 2011).
6.- Conclusiones
La organización de la vida y su administración tiene pretensiones de acabar con los conflictos y buscar la paz, en un mismo espacio común, mediante reglas de convivencia que garanticen la armonía de los grupos, sin estar bajo miedo o amenaza, pero este efecto, se logra a través de ejercer violencia contra quienes se oponen a guardar el orden social, a través del aparato del estado, que ha abusado de su función reguladora para llevarla a modos de control total sin que se le pueda contrariar, puesto que aplica leyes, fuerza y órganos de sumisión, y donde el que oponga resistencia, puede ser considerado un acto de criminalidad. Para lograr el efecto anterior, el estado se ha especializado en actividades burocráticas que ampliamente otorga poderes simbólicos a los electos por los ciudadanos mediante su opinión anónima de elección, donde el nombramiento, da origen a el poder que se le confiere, que brinda y cede su palabra, acto, pensar a otros, para que este lo ejerza, teniendo responsabilidad individual y colectiva en las funciones que realizará.
7.- Bibliografía
- Antón Hurtado, Fina, “Precursores de la antropología criminal” en Gazeta de Antropología, [http://www.ugr.es/~pwlac/G28_12Fina_Anton_Hurtado.pdf], [2012].
- Gómez-Luna, Eduardo; Fernando-Navas, Diego; Aponte-Mayor, Guillermo; y Betancourt-Buitrago, Luis Andrés, “Metodología para la revisión bibliográfica y la gestión de información de temas científicos, a través de su estructuración y sistematización” en Dyna. Revista de la Facultad de Minas, Universidad Nacional de Colombia, [https://www.redalyc.org/pdf/496/49630405022.pdf] [2014].
- Gallego García, Gloria María, “Sobre el monopolio legítimo de la violencia” en Revista de Derecho Penal, [https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3823123.pdf] [2004].
- Harris, Marvin, El Desarrollo de la Teoría Antropológica. Historia de las Teorías de la Cultura. Ciudad de México, Siglo XXI Editores, 1996, [https://antroporecursos.files.wordpress.com/2009/03/harris-m-1968-el-desarrollo-de-la-teoria-antropologica.pdf].
- Lévi-Strauss, Claude, Las Estructuras Elementales del Parentesco, Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 1981, [https://antropologiapoliticaenah.files.wordpress.com/2014/10/ap-levi-strauss.pdf]
- Navone, Karina A., “Positivismo criminológico, racismo y holocausto” en Lecciones y Ensayos. [http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/revistas/81/positivismo-criminologico-racismo-y-holocausto.pdf] [2005].
- Maddaloni, Domenico, “Para una sociología de la violencia. América Latina en perspectivas comparada” en Cultura Latinoam. [https://editorial.ucatolica.edu.co/ojsucatolica/revistas_ucatolica/index.php/RevClat/article/viewFile/1592/1470] [2016].
- Malinowski, Bronislaw, Crimen y Costumbre en la Sociedad Salvaje, Barcelona, Editorial Planeta-De Agostini, 1985, [http://raularagon.com.ar/biblioteca/libros/Malinowski,%20Bronislaw%20-%20Crimen%20y%20costumbre%20en%20la%20sociedad%20salvaje.pdf]
- Marcial, Rogelio, “Cuando la estructura tomó su función en la teoría social. El estructural funcionalismo de A. R. Radcliffe-Brown” en Intersticios Sociales, [http://www.scielo.org.mx/pdf/ins/n3/2007-4964-ins-03-00002.pdf] [2012].
- Paladino, Federico Paladino, “La función ‘sacrificial’ de la cultura, ‘desnaturalizar las semejanzas’. Lévi-Strauss reconsiderado desde una antropología de la violencia” en Gazeta de Antropología, [http://www.gazeta-antropologia.es/wp-content/uploads/G27_12Federico_Paladino.pdf] [2011].
- París Pombo, María Dolores, “La fabricación de armas para una revolución simbólica. Pierre Bourdieu y la sociología de la dominación” en Sociológica. [http://www.scielo.org.mx/pdf/soc/v27n77/v27n77a1.pdf], [2012].
Notas:
[*] Wael Sarwat Hikal Carreón es Doctorando en Filosofía con Acentuación en Estudios de la Educación por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León de México (becario CONACYT). Su mail es wael.hikalcrr@uanl.edu.mx