SUMARIO: I. Introducción. II. La aldea global de los miedos. III. Bases teórico-ideológicas y jurídicas de la política criminal atávica e inocuizadora. IV. Recrudecimiento y metástasis de la política criminal atávica e inocuizadora en el marco de la crisis jurídico-política de la aldea global.
I.Introducción.
En el presente ensayo analizaré la crisis estructural en ciernes de la sociedad global de nuestros tiempos. Así mismo, abordaré el estudio de los factores políticos, sociales, económicos e ideológicos que repercuten en la inestabilidad social. De otro lado, realizaré una crítica deconstructiva de los discursos político-criminales de algunos de los programas estatales para enfrentar la criminalidad, en el marco de la expansión de las ideas jurídico-penales del derecho penal del enemigo.
II.La aldea global de los miedos.
¡He aquí el tiempo de los asesinos!; con esta escalofriante frase Arthur Rimbaud es el testigo de excepción de la decadencia de la Europa decimonónica. El imperialismo colonial se hallaba en el cenit de su máximo desarrollo. A la par que se potencia la industria y el comercio, se desencadena en la sociedad occidental un cúmulo de temores y pánico generalizado ante la llegada del nuevo siglo. Intelectuales de polendas como Oswald Spengler ya avizoraban o intentaban predecir el destino de la cultura occidental 1 Los miedos no fueron en vano, dos guerras mundiales y constantes enfrentamientos con probables consecuencias catastróficas entre EEUU y la ex URSS hasta fines de los ochenta, demostraron que los temores sobre el fin de la especie humana era sólo cuestión de tiempo. Tras la caída de la ‘cortina de hierro’ y muy próximos a recibir el nuevo milenio los temores se multiplicaron. Ello motivó a que algunos intelectuales miopes sugirieran como contundente apotegma el temerario ‘fin de la historia’2 Al alimón de ello se puso de manifiesto también el viraje a nivel filosófico, desde los cantos posmodernos del autodenominado ‘fin de las ideologías’ y la ‘gran caída de los grandes relatos’ de Lyotard hasta los debatibles argumentos de de la ‘condición posmoderna’ de Vattimo. En las dehesas de la economía política el ‘consenso de Washington’ arremete el campo académico muy embadurnado de las simplonas sentencias del ‘fin de los experimentos económicos’, a la usanza de Fukuyama. Pero, ni Friedman, ni mucho menos Toffler se imaginaron lo que se vendría más adelante, a pesar de haber prodigado a ultranza las ‘bondades’ de la ‘receta williamson’ “La violencia que ejerce actualmente la política neoliberal es tan grande que uno no puede dar cuenta de ella mediante análisis puramente conceptuales” 3 Bourdieu da cuenta de la brutal arremetida de la economía neoliberal y de los efectos catastróficos que tendría sobre todo en Latinoamérica a pesar de los desgañitados gritos triunfalistas de Apuleyo y Montaner 4 Hay que reconocer que en la década de los ochenta, del siglo pasado, recorría el mundo una suerte de ‘tercera ola democratizadora’5 que rompía con el modus operandi político del establishment castrense, que por esas épocas desataron toda su furia proimperialista y antidemocrática contra las distintas organizaciones políticas y sociales. Luego de aquellos ‘años del plomo’ cuyo sustento teleológico lo constituía aquella monserga denomina ‘seguridad nacional’; las masas apostaron por un orden político más democrático y además ansiaban una economía mucho más justa y equitativa. Pero el fracaso de la clase política era evidente, y como escribiera Nietzsche hace un siglo “(…) Todas las cosas se repiten eternamente (…)” 6 El tufillo del ‘eterno retorno’ nietzscheano se hacía patente en los aggiornamentos económicos ya ‘negociados’ y ‘pactados’ en algún banco de Nueva York. Es entonces que, ante el creciente malestar de la población surgen las ‘políticas de centro’, el caso más representativo de esta ‘nueva construcción económica’, que sería liderado por el británico Giddens, tomaría el nombre de ‘the third way’. Esta ‘tercera vía’ era la gonfalonera de la ‘economía social de mercado’. En el Perú por ejemplo, la clase política se aupó en un inicio a los arrestos del neoliberalismo, desconociendo siempre la problemática económica y social de nuestro país; “La existencia de dos perúes paralelos no es un fenómeno reciente. Por un lado el Perú Oficial de las instituciones del Estado (…) y, por el otro lado, el Perú marginado de las instituciones populares (…)” 7 Entonces, desde el Perú Oficial la clase política da un golpe de timón a su repudiado discurso neoliberal y se acomoda en el regazo de la ‘tercera vía’. Esta política tuvo un estrepitoso fracaso tras la caída del ‘socialdemócrata’ argentino De la Rúa. “Se acabaron los argumentos del neoliberalismo” decía un efusivo Carlos Fuentes; “La centralización del poder tecnológico, financiero, político y militar en pocas manos y países como jamás antes en la historia, da lugar a una globalización ‘desde arriba’ con creciente exclusión social” 8 Grandes personalidades comenzaron a manifestarse en contra del modelo ortodoxo de Misses y Hayek; Karol Wojtyla hacía referencia a un ‘capitalismo salvaje’; mientras Krugman y Stiglitz, otrora acérrimo liberal, fustigaban el establishment económico “El mundo desarrollado debe poner de su parte para reformar las instituciones internacionales que gobiernan la globalización”9 Se necesita ‘deconstruir’ los ‘paradigmas’10 de la ideología neoliberal dentro de un amplio debate internacional. Hasta que los temores y miedos se maximizaron a nivel global como producto del derribo de las ciclópeas ‘twin towers’ aquel septiembre once. El miedo global tuvo un virulento incremento como producto del salto a la palestra mediática de algunos ‘profetas’ del Apocalipsis. Kissinger recomendaba ‘aniquilar a los que financian el terror’; Montaner manifestaba que se había desatado “una cuarta guerra mundial que será ganada por el liberalismo glorioso” 11 ; Huntington veía sus ‘sueños’ realizados ya que ‘se confirmaba’ su tesis maniquea de el ‘choque de las civilizaciones’ 12 De otro lado Richard Clarke advertía de los nuevos ‘enemigos de la libertad’ “La hidra de múltiples cabezas está aquí para quedarse” 13 y, mientras Fukuyama consultaba a la CIA sobre la actual ubicación de Bin Laden, desde Italia Oriana Fallaci manifestaba su total repudio a la cultura musulmana “Occidente siempre será superior a Oriente; éstos sólo aportaron unas cuantas mezquitas y el patético Corán”14 Intertextualizando a Kart Jaspers, según estos gurus del Apocalipsis, estaríamos ingresando a un ‘tiempo-eje’ del terror; ‘tiempo-eje’ dominado por el desborde de atentados de las huestes de Al Qaeda. Algunos han creído ver el surgimiento de una nueva ‘incitación’ –categoría de Arnold Toybee- que pone en jaque a la ‘aldea global’. La estabilidad y gobernabilidad mundial se hallan en continuo acoso por parte de un grupo de subversivos, ante ello la ‘aldea global’ tiende al paroxismo, al temor y al terror. Las clases dirigentes buscan ‘respuestas’, ésta es otra categoría de Toynbee, y soluciones al problema; esas ‘respuestas’ se materializan a través de políticas criminales cada vez más atávicas e inocuizadoras. Una política criminal atávica es irreflexiva, instintiva, no racional; además, es también inocuizadora, es decir, segregadora, represiva, e incluso racista. Más adelante analizaremos con mucho mayor detenimiento estos conceptos y el proceso de brutal metástasis por el cual atraviesa la actual
política criminal, que se caracteriza como dije por ser atávica e inocuizadora. Podemos afirmar entonces que el ‘contraterror’ no es la ‘respuesta’ racional y humana contra la brutalidad de Al Qaeda ni contra las banderas reivindicativas, muchas veces justas, de cualquier otro grupo insurgente . Además, el Derecho Penal será siempre un apero de ‘última ratio’ en la búsqueda de soluciones a los problemas de criminalidad, e incluso será solución lejana a los constantes ‘cleavages’ (conflictos sociales). Pero, ello no nos puede mover a concluir como Adorno luego de haber caminado por Treblinka tras la culminación de la guerra contra los nazis: “Después de Auschwitz ya no se puede hacer más poesía”. La crítica histórica de Adorno tiene aquí una peligrosa dosis de sentencia antihistórica. Es cierto que la humanidad tiene que parar mientes y reflexionar sobre todos los horrores de la guerra, pero el estudio científico no puede parar. En ese sentido, el ataque a las ‘twin towers’ no puede significar el acabose del estudio acerca de los ‘cleavages’ que con el paso del tiempo van multiplicándose y complejisándose mucho más. El no ejecutar este estudio evidenciaría un mayor engrosamiento en las filas de los intelectuales belicistas y adocenados, además surgiría un abierto maniqueísmo reduccionista y ramplón al tratar de forzar, como sucede hoy, supuestos enfrentamientos entre Occidente y Oriente. A propósito, los gonfaloneros de esta tesis arriba mencionada se hallan en retirada tras la publicación del ya famoso ‘choque de las ignorancias’ del respetadísimo profesor Edward Said.
Como sabemos, Robert Merton planteó la ‘disfuncionalidad del conflicto social’, es decir, que el creciente movimiento social de hoy sería para Merton una espada de Damocles que pone en peligro el buen funcionamiento y sobre todo la existencia del complejo sistema social. Estos movimientos sociales, que fueron muy bien estudiados por Touraine, tratarán en lo posible de arrinconar siempre al statu quo, por eso las medidas para evitar ello deben de estar guiadas al mantenimiento del sistema a costa de la neutralización de quienes tratan de subvertirlo. Sin embargo, todo lo anterior no le preocupa a Dahrendorf 15 quien a la sazón es un funcionalista que sí acepta el conflicto social y los movimientos sociales como termómetros de las estructuras sobre las cuales se cimienta el establishment mundial. Es por ello que, en la actualidad algunos de estos movimientos sociales promueven el combate directo contra el statu quo; otros movimientos sin embargo se hallan cooptados por el temor y el terror. Estos miedos tuvieron su cenit en la década del setenta del pasado siglo. Hoy, esos temores han recrudecido. Cala hondo entonces el ideario de algunos ‘profetas’. “La sociedad en la que vivimos se ve sujeta a rápidas y profundas transformaciones”16 Esta afirmación de Luhmann nos da pie para hablar sobre la eclosión de la actual ‘sociedad del riesgo’, en ese sentido Beck afirma que “En la modernidad avanzada, la producción social de riqueza va acompañada sistemáticamente por la producción social de riesgos”17 Ello evidencia el in crescendo de los riesgos a nivel global a medida que la tecnología se hace mucho más compleja y también a medida que se sujeta cada vez más a los designios de las díscolas transnacionales no muy afectas al diálogo con ‘los verdes’. Los riesgos en el campo del crimen también se incrementan como producto de la creciente pobreza y marginación social. “Nuestra sociedad puede definirse (…) como la sociedad de la inseguridad (…) del miedo”18 No se hallan los mecanismos lo suficientemente eficaces para ponerle coto a la rampante criminalidad. Giddens responde que la modernidad “tiene también su lado sombrío”19 Por ello habría que terminar aceptando a la criminalidad como un fenómeno ‘normal’ dentro de cualquier sociedad. En la actualidad, el poder mediático a logrado establecer ‘etiquetas’ y ‘patrones criminales’ sobre todo en el ámbito de los delitos de terrorismo; esto a provocado un mayor esparcimiento del pánico y el terror a nivel mundial, ya que las poblaciones se sienten inseguras. Las personas que se hallan sometidas al machacamiento mediático suelen virar sus temores hacia los representantes de ese terror ‘etiquetado’; por ello no es raro ver a muchas personas apurar el paso cada vez que pasan por una mezquita. Seguidamente, se origina en otro grupo de ciudadanos que se sienten ‘cercados’ por el terror, conductas xenófobas y racistas. Son estos ‘ejércitos’ de ciudadanos los que se están preparando para el abierto y sangriento combate contra sus barbudos ‘enemigos’; “0 son ellos o somos nosotros” reza un fascista anuncio en New York. No podemos negar que el terror infundido en la población mundial es el aliciente perfecto para la campaña represiva e imperialista de Estados Unidos. Por eso, bien a dicho Todorov que “más allá de las fronteras, el terror toma el rostro mas familiar de la guerra “20 A pesar de la actitudes belicistas de Wolfowitz y Bolton dudamos de lo dicho por Baudrillard de que “la política es la inclusión del mal en el orden social” 21. Pero dudamos aún más del discurso que “Estados Unidos debe tomar una decisión histórica ¿tratara por todos los medios de dominar el mundo o bien optara por liderarlo?”22 ¿porqué tendríamos que aceptar a un ‘sheriff’ a boca de jarro? Parece que la palabra multilateralismo no es bienquista en las dehesas del Pentágono. De otro lado Michael Mann hace bien en señalar las incoherencias del imperialismo norteamericano con los ideales de libertad e igualdad 23 Por ello dice Todorov que “es necesario un contrapeso político-militar al inmenso poder norteamericano” 24
Se nos presenta un panorama bastante sombrío para los próximos años ya que la criminalidad a nivel mundial sigue yendo por el sendero de la hematolatría más fiera, y, lo más lamentable es que ello a motivado el desenpolvamiento de viejas tesis represivas y fascistas ya superadas, pero que hoy cobran vigencia de la mano de algunos penalistas harto conocidos.
III.Bases teórico-ideológicas y jurídicas de la política criminal atávica e inocuizadora.
Comencemos por describir la ‘kriminalpolitik’ (política criminal) “De entrada, es necesario distinguir entre la praxis de la política criminal y una política criminal teórica (…)” 25 La primera como sabemos esta referida al conjunto de estrategias y medidas que adopta un Estado con miras a combatir el delito; por ende el leit motiv de esta política es la protección de cada uno de los miembros de la sociedad.
De otro lado, la política criminal teórica se constituye de principios teoréticos que le otorgan una base racional a la praxis de la lucha contra el delito. Añadimos aquí lo dicho por Zipf de que “la política criminal tiene un sólido fundamento cuando mantiene sus decisiones de acuerdo con la evolución de la dogmática” 26
Del mismo modo Maurach dice que “una politica criminal independiente puede hacerse cargo de una función de mediación entre la criminología y el derecho penal” 27 Entonces debemos ver a la política criminal como una fuente mediadora y canalizadora de los conocimientos científicos desarrollados a partir del estudio de la criminalidad y del enriquecimiento cognitivo de la Dogmática.
“A no dudarlo, entonces, se trata de una disciplina valorativa del deber ser”28 Esta idea es acertada, ya que la ‘kriminalpolitik’ es la aplicación de los mecanismos punitivos pertinentes en la lucha contra la criminalidad. Como hemos dicho, para una mayor eficacia en esa lucha la ‘kriminalpolitik’ genera sus propios conocimientos, además de constituirse en vaso comunicante entre la criminología y la Dog
mática. Sin embargo, en la actualidad la estructura teorética de la política criminal se halla pervertida, totalmente cargada de un tufillo fascista. En la mayoría de países del orbe la ‘kriminalpolitik’ se ha constituido en la ‘espada de la venganza’ contra todas las personas que cometen delitos. Recordamos horrorizados la frase beligerante de Lugones: ‘Es la hora de la espada’, e incluso la terrorífica sentencia de Otto Von Bismarck: “Los grandes problemas de hoy no se deciden con discursos ni con el voto de las mayorías sino se deciden con sangre y hierro” 29 Así es como se nos presenta hoy la ‘kriminalpolitik’, totalmente al garete y con brazo de hierro. Los palos de ciego que hoy da la política criminal evidencian su carácter de atávica. Los estados responden de manera instintiva a la problemática criminal, tratan de ‘arrancar el cáncer delictivo’ teniendo siempre como agente catalizador las evaluaciones costo/beneficio, y muchas veces ante la presión mediática coyuntural; mas no recurren a estudios sociológicos, pedagógicos, jurídicos, médicos y antropológicos en vías de frenar la escalada delincuencial por medios mas acordes con un “Estado Social y Democrático de Derecho”30 A esto también apunta Hormazabal cuando dice que “Una política penal en una sociedad democrática fundada en la protección de bienes jurídicos no puede perder de vista al hombre y sus derechos fundamentales” 31 Allí radica el quid del asunto a tratar. La actitud político criminal ve en el hombre un mero medio para conseguir un fin específico: la derrota de la delincuencia a través de la ‘tolerancia cero’. De este modo se llega a ‘objetivizar’ o ‘cosificar’ a la persona etiquetándole figuras inocuizantes o neutralizadoras de su accionar. Estos planteamientos no son nuevos; fue Von Liszt a través de su programa de Marburgo 32 el iniciático propulsor de las tesis de inocuización “(…) contra los incorregibles la solución es el encierro indeterminado” 33 Para Liszt era necesario librar a la sociedad de este ‘cáncer social’, ya que estos delincuentes habituales no podían ser ‘corregidos’ ni mucho menos ‘intimidados’ tenían que ser inocuizados, es decir, segregados totalmente de la sociedad “(…) Liszt recomienda sin ambages para los delincuentes habituales un tratamiento con dureza, militar, sin muchos miramientos y lo más barato posible, aunque perezcan tales tipos” 34 Sin duda que las ideas de Liszt nos traen a la memoria las brutales penas que se aplicaban en la antigüedad como bien nos lo ha descrito Von Hentig 35.
Las tesis que también alimentan la política criminal en boga tienen como matriz a los retribucionistas: Hegel y Kant. “(…) a través de la retribución se hace justicia al culpable de un delito (…)” 36 Y es el Estado quien se encarga de sancionar con dureza a los conculcadores de la norma con la única finalidad de materializar la justicia sobre la tierra. Lo intelectuales teníamos la seguridad de que el Leviatán estatal había fenecido en Treblinka, pero nos equivocamos. Con los neofascismos resurrectos han logrado calar en el ambiente académico las ideas del neoretribucionismo. Andrew Von Hirsch, por ejemplo, plantea la idea del ‘justo merecimiento’, con lo cual propone una pena como retribución ‘justa’ y ‘merecida’, con ello el mencionado autor, quien a la sazón es el máximo representante del neoretribucionismo, nos estaría encaminando hacia la aplicación de la ley a través de un sistema radical y fieramente objetivo e implacable. Nuevamente, como vemos, se ve minada la dignidad del ser humano como producto del paroxismo ideológico de algunos penalistas de marras.
De otro lado, tenemos “la teoría de la nocividad social”37 de Knut Amelug quien a nuestro entender aquilata a su medida la idea de ‘institucionalización’ de Douglass North. Amelung construye su modelo social muy afecto al funcionalismo para manifestarnos acerca de la penalización de las ‘conductas nocivas’ que tratan de subvertir y de hacer pedazos el establishment social. Amelung se muestra propenso a considerar a la pena como una herramienta que garantice a ultranza la validez de la norma. Como vemos, estas tesis se muestran casi hermanadas con las que defiende Jakobs 38.
Pero sin duda es Jakobs quien se ha constituido en el mascarón de proa de las redividas ideas autoritarias, muy tendientes al neofascismo militante, en el campo del derecho penal. Ahora bien, el ilustre discípulo de Hans Welzel 39 logra beber del sistema funcionalista de Luhmann para construir su propio sistema jurídico-social. Como sabemos Luhmann nos propone algo temerario “La sociedad no se compone de individuos o seres humanos aisladamente considerados, sino precisamente de comunicaciones” 40 De aquí nace el concepto sui géneris de ‘persona’ que maneja Jakobs. Para el profesor de la universidad de Bonn ‘persona’ es el ser respetuoso del derecho; aquella que jamás pone en entre dicho los valores de su comunidad. Recordemos aquí a Hegel “(…) lo que somos históricamente (…) no ha nacido de una manera inmediata (…) esta riqueza es la herencia y el resultado del trabajo de todas las generaciones pasadas de la humanidad” 41 Es esa riqueza histórica-espiritual de la comunidad la cual es respetada cívicamente por la ‘persona’. Welzel hablaba de ‘valores ético-sociales’ como finalidad del derecho penal; mientras que la ‘persona’ de Jakobs es un ser respetuoso y ‘fiel’ a la norma; en caso de presentarse un delito la pena se constituiría en la reafirmadota de la vigencia de vigencia de la norma. Esos ‘valores ético-sociales’ son el sostén de toda sociedad ‘democrática’. Ello implica que la construcción humana de siglos de historia no puede ser subvertida por ningún ser humano. Para evitar el delito o la ‘comunicación defectuosa’ la ‘persona’ debe conducirse con recta fidelidad a la norma, además debe de ostentar un ‘rol’ dentro de la sociedad.
La ‘persona’ tiene que producir para viabilizar el sostenimiento del sistema. Para Jakobs “persona en derecho es quien produce, (…) quien es productivo en la sociedad”42
De aquí se colige una tétrica conclusión: quienes no producen en la sociedad no son personas. Se logra divisar un tufillo neoliberal en las ideas de Jakobs, lo que demuestra que el penalista alemán es el sosia del virulento Jagdish Bhagwati. Entonces, esas masas gigantescas e inermes de desempleados estarían condenadas a la exclusión y a la marginación absoluta. Tras el vaticinio del ‘fin del trabajo’ de la mano de Rifkin 43, meses antes Viviane Forrester ponía el dedo en la llaga del ‘capitalismo salvaje’: “(…) ese derecho a la vida pasa por el deber de trabajar (…) ¿pero que pasa con el derecho de vivir cuando se prohíbe cumplir ese deber, cuando lo que se impone se vuelve imposible?” 44 Jakobs respondería que si no producen, si no trabajan, entonces su existencia como ‘personas’ sería innecesaria; serían en realidad ‘no personas’ carentes de un ‘rol’ dentro del sistema social. Forrester añade que “entre estos desposeídos y sus contemporáneos se levanta poco a poco un gigantesco cristal cada vez menos transparente. Y como se les percibe cada vez menos (…) se les califica de excluidos “45
Así de tétrica se presenta nuestra ‘aldea global’; parece que así la quiere ver siempre el demiurgo del funcionalismo jurídico-penal. Pero Jakobs llega al paroxismo ideológico al elucubrar una nueva categoría jurídico-penal o más bien debiéramos decir una añeja etiqueta criminológica: ‘el derecho penal del enemigo’ 46. Las raíces del semema ‘enemigo’ son antiquísimas, se remontan al ‘tiempo-eje’ griego. Gracia Martín anota que fue Protágoras quien ya manejaba esta peyorativa palabra para referirse a lo
s delincuentes incurables o habituales. Por ello es que “Protágoras propone que el castigo se aparte de sus fines ordinarios de educación (…) y que se oriente solo a la neutralización”47 Según Aristóteles los ‘enemigos políticos’ también eran combatidos por el aparato gubernamental dominante; ello era posible gracias al ostracismo que “convenía también a la democracia” 48
Otro autor importante es Hobbes quien afirma que “mientras los hombres viven sin ser controlados por un poder común que los mantenga aterrorizados a todos, están en esa condición llamada guerra, guerra de cada hombre contra cada hombre.” 49 La guerra hobbesiana se desataba en el Estado de naturaleza; aquí radicaba el peligro para la sociedad civil, ya que para Hobbes los ‘enemigos’ son individuos que se hallan en el Estado de naturaleza, al margen de la sociedad, estos individuos eran la síntesis del homo homini lupus. De otro lado, el contractulista inglés John Locke nos aclara que si alguien osara someternos a la esclavitud, sólo en ese caso estaríamos ante un ‘enemigo’ de nuestra propia existencia. “Y la razón me aconseja considerar a un hombre tal como a un enemigo de mi conservación” 50 y mi recta conciencia me ordena que yo incluso pueda matar a es individuo que trata de someterme.
A la sazón de lo anterior Rousseau también se muestra inflexible con los denominados “enemigos” del Estado: “todo malhechor, al atacar al derecho social, conviértese por sus delitos en rebelde y traidor a la patria (…) al aplicar la pena de muerte al criminal, la patria lo hace más como a enemigo que como a ciudadano (…) “ 51 Como vemos el ‘piccolo’ burgués hace uso del concepto patriotero de Estado para blindar su estructura y acometer contra aquellos que osen siquiera oponerse a sus designios. Lo mismo ocurre con Kant 52 quien afirma que el simple hecho que un hombre se halle en Estado de naturaleza le convierte en un ‘enemigo’ social. De otro lado, al momento de referirse a los motivos por los cuales se debe quitar la vida a una persona, Beccaria responde que solo se podrá penar con la muerte a los que pongan en peligro la seguridad del Estado. “(…) cuando su existencia pueda producir una revolución peligrosa en la forma de gobierno establecida” 53 Fichte añade que “quien lesiona el contrato ciudadano pierde todos sus derechos como ciudadano y como ser humano” 54 Estas ideas dieciochescas marcan un punto de inflexión histórico en el pensamiento político de la burguesía. Era imperativo sostener a ultranza el nuevo establishment tras la histórica caída del ‘ancien regime’. Ahora el ‘enemigo’ a neutralizar ya no era el holgazán y ultracatólico rey de Francia; el nuevo ‘enemigo’ se hallaba en plena efervescencia. Las luchas de este nuevo ‘enemigo’, el proletariado, ponían en peligro la
Estructura y Superestructura del sistema capitalista. Los penalistas del ‘aufklarung’ se constituyeron en contrarrevolucionarios de su propia revolución. Más tarde esta ideología encendería los motores de Panzers y Stukas al momento de desarrollarse la ‘macht politik’. El ideólogo iluminado que maximizaría esta ‘macht politik’ era el Doctor Carl Schmitt quien preparaba el sendero fascista para el abalanzamiento mundial de su ‘guerra total’ contra sus ‘enemigos totales’. El doctor Schmitt decía que “el enemigo existe aunque hallan concluido las hostilidades (…)” 55 Se colige que para Schmitt la política no se trata de competencia contra el opositor sino de una guerra cuyo objetivo consiste en eliminar al ‘enemigo’. El barrenado y salvaje accionar del fuhrer se nutrió en parte de este ideario. Tras el holocausto nazi los intelectuales intentaron dar respuesta al futuro del ser humano. Mientras Popper nos hacía participes de la naciente ‘sociedad abierta’ y su lucha contra los ‘enemigos’ de ésta 56 mucho más reciente y, poco menos brillante que el maestro austriaco, el cubano Carlos Alberto Montaner se aupa a la acémila guerrera de Washington en defensa del ultraliberalismo y poniendo a raya a sus ‘enajenados’ enemigos 57 Teniendo como base las ideas contractualistas y la sociología luhmanniana, Jakobs nos informa sobre su categoría de marras “el derecho penal conoce dos polos o tendencias de sus regulaciones. Por un lado, el trato con el ciudadano, (…) por el otro, el trato con el enemigo” 58
Sólo las personas fieles al derecho estarán sujetas al ‘derecho penal del ciudadano’ (burgerstrafrecht); pero los individuos incorregibles y peligrosos serán combatidos con toda dureza por ‘el derecho penal del enemigo’ (feindstrafrecht). Los principales ‘enemigos’ son los narcotraficantes y terroristas, a quienes según Jakobs “el Estado no debe tratarlos ya como personas, ya que de lo contrario vulneraria el derecho a la seguridad de las demás personas” 59 Entonces, la única posibilidad que tendrían los denominados ‘enemigos’ sería la vía de la cárcel e incluso la posibilidad de ser sacrificados, es decir, aniquilados en el nombre del Estado ‘democrático’.
IV.Recrudecimiento y metástasis de la política criminal atávica e inocuizadora en el marco de la crisis jurídico-política de la aldea global.
En la época de caos y confusión en la que vivimos “¿ Quién es amigo? ¿Quién es enemigo?” 60 Se ha instalado un escenario sobre el cual se desenvuelve una atávica e inocuizadora política criminal que a palos de ciego trata en lo posible de frenar la criminalidad en rampante in crescendo. “la seguridad se convierte en una pretensión social a la que se supone el Estado (…) el derecho penal deben dar respuesta” 61 pero esta respuesta estatal es demasiado instintiva, nada racional; violando todos los parámetros establecidos por la legislación internacional humanitaria existe hoy un recrudecimiento mortífero y un proceso de metástasis de esta política criminal represiva e inocuizadora a nivel mundial. Y es que esta política no ha entendido que “las sanciones jurídico penales son sólo un medio de control social y probablemente ni siquiera el más importante” 62
Es por ello que una adecuada política criminal no se debe reducir solo a la sanción penal; es necesario propiciar otro tipo de controles y conocerlos mucho mas “hoy por hoy no se puede prescindir de la distinción entre control social informal y control social formal” 63 Tenemos que ser conscientes que algunos mecanismos represivos ya fracasaron “la desmitificación de la cárcel legal que se ha producido en Europa, como consecuencia del fracaso de las funciones simbólicas atribuidas a ella (la resocialización por ejemplo)” 64
Paremos mientes en los efectos que ha producido hasta hoy las políticas criminales que sólo se han guiado por las acciones simplonas y facilistas como el incremento de las penas y el desmedido endurecimiento de la carcelería penal; ¿realmente ha habido señales de cambio y transformación? Creemos que no. Sin embargo, contra viento y marea la metástasis de la ‘kriminalpolitik’ atávica e inocuizadora, como la he creído denominar, continua esparciéndose a nivel mundial, tal es así que en Alemania vienen ganando mucho más fuerza las tesis de Winfried Brugger, profesor de derecho publico de la Universidad de Heidelberg, quien afirma la necesidad de ‘institucionalizar la tortura’ como un mecanismo excepcional con miras a obtener información que permita la frustración, por ejemplo, de un atentado terrorista. El ‘rettung sfolter’ o ‘tortura de rescate’ devora las tesis de Jakobs para solidificar sus propuestas, de tal forma que la dignidad humana queda reducida a la nada.
Pero, como sabemos la política criminal la llevan a la praxis los gobiernos. Éstos responden siempre a
determinados intereses de grupo; por eso “la pena es la auto constatación ideológica del Estado y no es neutral como no es neutral el Estado” 65 Es por ello que intereses de partidos de derecha acogen hoy con beneplácito las tesis resurrectas del neofachismo penal. La inocuización en crudo se pone hoy de manifiesto mediante las recientes leyes dadas en el Estado de Arizona ( EE.UU.) donde los inmigrantes son tipificado como virtuales ‘enemigos del Estado’ ( agosto de 2005). Incluso Huntington a salido a denunciar al ‘enemigo’ mexicano que según él estaría preparándose para tomar el control del poder norteamericano 66 Igual de desbocado es el señor LaRouche quien a creído conveniente en llamar a los micro comercializadores de narcóticos como “enemigos en tiempos de guerra” 67 Y que decir del pastor evangélico Pat Robertson quien hace poco recomendó asesinar al presidente Hugo Chávez por considerarlo un ‘enemigo de la libertad’, como vemos, estas declaraciones nos traen al recuerdo los viejos procedimientos de los militantes del ku klux klan.
La ‘ley patriota’ (patriot act) en EE.UU., dada en octubre de 2001 y renovada en julio último continúa poniendo en jaque los derechos civiles de los ciudadanos norteamericanos, en especial los de los miles de migrantes residentes en ese país. Del mismo modo sucede con la ‘ley antiterrorista’ en Gran Bretaña donde luego del vil asesinato de un ciudadano brasileño que fue confundido como ‘presunto terrorista’ y ‘enemigo’ por Scotland Yard, nos preguntamos sobre los límites a los que llega el atavismo anglosajón. A fines de julio del presente año también han tomado por asalto la nación Italiana ‘leyes antiterroristas’ con preocupantes recortes de derechos civiles y la posible instalación de una estructura policíaca semejante a la torva GESTAPO. Nada detiene esta creciente ola de hiperpenalización a nivel mundial. Para los Estados ‘democráticos’ es necesario e imperativo construir un gigantesco andamiaje penal que les garantice la supervivencia no sólo de sus ciudadanos, sino por encima de todo la pervivencia del establishment burgués, la patria soñada por los demiurgos de liberalismo dieciochesco. Con ese motivo, la táctica del ‘palo y la zanahoria’ les garantiza a los Estados la aquiescencia de las masas populares, los mudos garantes de todo aggiornamento burgués. La represión estatal de hoy, y al parecer de siempre, esta encaminada a sostener con la violencia de la ley y de las armas el denominado por Althusser ‘viejo Estado’. Finalmente, añadimos lo dicho por el penalista Gossel “la ley formal no es suficiente como fundamento para la existencia de las comunidades humanas, cuando todos los miembros de la comunidad jurídica se someten a ella, sino que deben orientarse, en cuanto al contenido, a la justicia” 68 Ello evitará en el futuro un nuevo desbocamiento mundial de una política criminal atávica e inocuizadora que lo único que ha conseguido hasta hoy es golpear con saña el endeble sistema en el que vivimos.
Notas:
(*) El autor es estudiante de Derecho y Ciencia Política de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Univ. Nac. de San Marcos, Perú. Su email es: adelantecronopio@hotmail.com y su sitio web: http://cronopiocortazar.blogspot.com/
(1) Spengler, Oswald. La Decadencia De Occidente. Espasa-Calpe, Madrid 1976, Tomo I P. 25.
(2) Fukuyama, Francis. El Fin De La Historia. Bosch, Madrid, 1992.
(3) Bourdieu, Pierre. Europa, Año Cero. En Culturas, Lima, 12/03/00 P. 21
(4) Montaner, Carlos Alberto. Libertad: La Clave De La Prosperidad; La Democracia Liberal: Sus Enemigos y Sus Posibilidades. Fundación F. Naumann, Bogota 1994, P. 138.
(5) Huntington, Samuel. La Tercera Ola, La Democratización a Finales Del Siglo Xx. Paidos, Barcelona 1994, P.154.
(6) Nietzsche, Friedrich. Asi Hablo Zaratustra. Madrid 1979, P. 369.
(7) Matos Mar, Jose. Desborde Popular Y Crisis Del Estado. Editorial Iep, Lima1988, P. 99.
(8) Unesco. Globalizacion Y Diversidad Cultural. Editorial De La Onu, Nueva York 1998, P. 7.
(9) Stiglitz, Joseph. El Malestar En La Globalizacion. Taurus 2002, P.314.
(10) Khun, Thomas. La Estructura De Las Revoluciones Científicas. Fondo De La Cultura Económica, México 1985, P.195.
(11) Montaner, Carlos Alberto. Enfoques Sobre Una Posible Guerra Global. En Domingo – La Republica, 30 De Septiembre Del 2001 Lima Perú.
(12) Huntington, Samuel. El Choque De La Civilizaciones. Paidós, Barcelona 1997.
(13) Clarke, Richard. Contra Todos Los Enemigos. Taurus 2004, P. 140.
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