La maldad humana. Reflexiones ante los homicidios de Campana Por María Graciela Cortazar

Escribo estas reflexiones sobre las derivaciones surgidas a partir del  cuádruple homicidio de Campana. Este hecho incalificable , llevó a la sociedad a través de los medios a poner la mirada sobre el Juez que otorgara una forma atenuada de detención, no carcelaria, que consistía en una reclusión domiciliaria bajo monitoreo , a quien hoy aparece como  uno de los responsables de esas muertes.

Dijo Ud. esta mañana, Sr. Cano, que los jueces, más allá de mirar las leyes y los códigos deben mirar lo que le pasa a la gente. Y tiene Ud. razón, siempre los jueces deben pensar en las consecuencias de sus decisiones, consecuencias que abarcan al sujeto sobre cuyo destino actúan y a la sociedad toda en el momento que resuelven.

Y no me cabe duda que este Juez así lo hizo, como muchos otros, tanto cuando deciden otorgar  – dentro de la ley – la libertad a un procesado o cuando no la otorgan interpretando su inconveniencia.

Miran allí, en ese momento al sujeto, a su conducta, a su situación legal y a la sociedad  al actuar conforme la ley le dice que debe hacer: si no hay condena tratando de asegurar que  no se ausente manteniendo su control en condiciones que sean lo menos gravosas a su situación de persona que aún no se encontraba penado.¿Acaso es posible pensar que el Juez debió y pudo saber que esa persona cometería ese hecho en el que hoy está implicado?.¿Acaso es posible seriamente sostener que con una ley que nunca permita excarcelar a nadie se evitarían estos hechos?.

 Ocurre, en mi humilde opinión, que el horror de lo ocurrido y la dificultad para asumir que la libertad humana puede producir maldad sin límites, nos obliga a fijar la responsabilidad en alguien, en este caso el juez, en la esperanza de calmar la angustia y de que "alguien tenga la culpa". Quizá así podremos dormir por la noche simplificando la cuestión al decir si el juez no hubiese liberado a ese hombre, esto no hubiese pasado.Y entonces, una nueva utopía  nos hace pensar : "La culpa del mal de los hombres es de las leyes y de quienes las aplican." Y por derivación de ello sostener: "si cambiamos las leyes y tenemos otros jueces, estaremos a resguardo del horror".

Este juez  que ha tenido siempre un desempeño intachable, como tantos otros , ha otorgado seguramente muchas libertades , como esta, dentro del margen de la ley, y no han matado ni infringido la ley aquellos que liberara. Este juez ha denegado otras tantas, también legalmente ,interpretando que podía ser inconveniente, y seguramente alguno de los que no fueron liberados perdieron la posibilidad de obtener un beneficio y quizá nunca los riesgos que valoró por entonces el juez se hubiesen visto realizados.

El juez cuando resuelve, lo hace mirando los antecedentes de conducta del sujeto en su vida carcelaria y las posibilidades de seguridad del medio de control que elije ( el monitoreo electrónico es usado en el mundo y considerado como de alta seguridad) .Mira y proyecta lo que es posible prever en el contexto en el que resuelve.

Este Juez hoy, a mi juicio es puesto injustamente en la vidriera del escarnio sin merecerlo.

No es  sencillo administrar humanamente la justicia para los hombres, porque no es posible predecir, con el alcance atemporal de Dios, lo que los hombres harán con su libre albedrío. No es posible hacerlo y esperemos que  nunca siquiera la tecnología nos permita – como algún cineasta lo imaginó – adelantar el castigo de los hombres por lo que se adivina que harán.

Y ni siquiera Dios cercena nuestra libertad aún sabiendo de todos que es lo que haremos.

Esta es la fragilidad y la incertidumbre de la vida y en ello reside la posibilidad del hombre de elegir entre el bien y el mal.

Lamento decirle a la sociedad que piensa que el Juez es el culpable de lo ocurrido, que no es así. Y no es tampoco culpa de las leyes. Lo que ocurre es culpa, cada vez que ocurre, de los hombres que realizan los actos. No existió ni existirá – como no sea en una inimaginable vida sin libertad – un mundo en el que se nos asegure que hechos como los que ocurrieron con la familia de Campana, no ocurrirán jamás.

Seguramente pronto viviremos ( como ya vivimos) etapas en las que los jueces y las leyes no permitirán nunca o casi nunca la libertad de quienes estén presos  (aún cuando no estén condenados, aún cuando demuestren que se han resocializado) . Y estos hechos seguirán ocurriendo, porque la maldad humana no es detectable ni puede ( como pensaron hace tiempo algunos que tanto dañaron al país y al mundo entero) ubicarse exclusivamente en sectores o en razas o en grupos que hicieron tal o cual cosa antes, o  en los que estuvieron presos o que pensaron de una u otra forma.

Creo que es un signo de inmadurez institucional el culpar a los jueces y a la ley de lo que los hombres hacen. Y llamo a la reflexión, a la sociedad y a los medios sobre el riesgo de instalar la falsa creencia de que jueces  "más duros" y leyes "más severas" ( y me pregunto que implica y cuánto implica ) nos pondrán a salvo de toda posibilidad de hechos excepcionales y horrorosos como estos. El riesgo está en que cuando la severidad se instale y el hecho vuelva a ocurrir, volveremos a pedir más y más¿ hasta cuándo?. Y seguiremos sin poder detectar el "gen" de la maldad y seguirá la humanidad sin poder determinar a priori quien cometerá o no daño  y con qué entidad. No hay buenos y malos, al menos en términos absolutos y verificables previamente. Eso creyó el nazismo, las corrientes biologicistas de la criminología, el terrorismo de estado. eso creen los extremistas religiosos o los xenófobos y los cultores de la tolerancia cero. Y accionan en consecuencia y la violencia continúa y se multiplica.

Mientras nos equivocamos – y ya lo hicimos legislativamente en el país muchas veces – y atrapamos a nuestros jueces en el temor a ser señalados con el dedo como " liberadores de delincuentes y "facilitadores de homicidios familiares", también haremos que muchos que se equivocaron y quieran demostrar que pueden volver a la sociedad progresivamente  luego de pagar con dolor su pena, no puedan hacerlo "porque son peligrosos genéricamente". Y volveremos a mostrar al mundo que nos mira esperando que seamos racionales que nuestras cárceles seguirán llenas de inocentes "por las dudas que sean culpables algún día".Y a pesar de ello, el mal , el horror seguirá ocurriendo.

No creemos en la ley ni en la justicia . Y no creemos en ella no porque sean malos los jueces o porque las leyes no sean justas. No creemos porque les asignamos finalidades y capacidades mágicas. Porque frente a  la angustia que causa el delito inexplicable sentimos la necesidad irracional de que alguien nos diga que esto no volverá a pasar jamás. Y esto no es posible decirlo porque sería mentir. 

El delito no es algo que cometen algunos y otros no. Al menos no estos homicidios injustificables. No son patrimonio de pobres ni de incultos, los hemos visto surgir en familias ricas, en espacios cultos, tanto como en  la marginalidad y en la pobreza, lo han cometidos los que ya delinquieron y los que nunca siquiera habían maltratado a una mascota.¿Cómo decir entonces a la sociedad que el encerrar indefinidamente a algunos ¿a cuáles?¿a todos? la dejará a salvo, sin que resulte falso?

El mal absurdo y el daño inconmensurable merece severo castigo y  control en su ejecución. Esto debe exigirse y debe responsabilizarse a quienes no sean diligentes en su realización.

Pero insisto, no puede ni pudo el Juez Schiavo, a quien se le someterá a enjuiciamiento y a quien hoy los med
ios casi asignan responsabilidad por las muertes, predecir que esto ocurriría. No es culpa del juez ni culpa de la ley que el hombre opte por el mal.

(*) Prof. Titular de Derecho Procesal Penal de la U.N.S.  Comentario publicado originalmente en diario digital "Frente a Cano" de Bahía Blanca  http://www.frenteacano.com.ar/verNoticia.php?k=76274 el 05.08.2008.