“Cárcel y fábrica” de Pavarini y Melossi. Una cercanía con los orígenes de la cárcel de Bahía Blanca Por Leonardo David Montigel

Sumario: 1.- Resumen; 2.- Introducción; 3.- 40 años de la edición “Cárcel y fábrica”; 4.- Cárcel y fábrica; 5.- Control social en Argentina y creación de la cárcel de Bahía Blanca; 6.- Reflexiones finales; 7.- Bibliografía.

“…el no propietario encarcelado debe existir sólo como proletario, como quien ha aceptado el estado de subordinación, como quien se reconoce en la disciplina del salario. Las prácticas de este caos disciplinario que es la cárcel están, por eso, teleológicamente orientadas: educar para el trabajo expropiado, educar para el trabajo asalariado como único medio para satisfacer las propias necesidades, educación-aceptación del no ser propietario” [1]
“Las luces que han descubierto las libertades, inventaron también las disciplinas” [2]

1. Introducción

La idea de este ensayo es realizar un análisis de los orígenes de la cárcel de Bahía Blanca a partir de la lectura del libro “Cárcel y fábrica. Los orígenes del Sistema penitenciario”[3], de los autores Massimo Pavarini y Darío Melossi. A modo de presentación desarrollaré una aproximación de lo que trata el libro Cárcel y fábrica para luego relacionarlo y entender cuáles fueron los orígenes de la creación de la cárcel de Bahía Blanca. Con esto se podrá abordar la comprensión del contexto en Argentina a fines del Siglo XIX y comienzos del XX y cómo influyó esta coyuntura en el ámbito local. [4]
Melossi (2017) realiza un análisis de las relaciones existentes entre la cárcel y la fábrica en Europa, considera que una es auxiliar de la otra para que la disciplina y la subordinación sean útiles al sistema capitalista. Analiza los comienzos de esta interconexión, entre los siglos XVI y la primera mitad del siglo XIX. En la primera parte de Cárcel y Fábrica podemos encontrar este análisis, mientras que la segunda se centra en el análisis de Massimo Pavarini, quien estudia las experiencias penitenciarias de Estados Unidos de América en la primera mitad del siglo XIX.
“…no es solamente histórico: revisar los orígenes del sistema penitenciario en Europa y en los Estados Unidos significa, en realidad, encontrar las razones de fondo que explican la crisis del sistema carcelario actual, y plantearse el problema de la homogeneidad entre las instituciones carcelarias y los modelos económicos y políticos de nuestra sociedad. (…) los ensayos de Melossi y Pavarini, y en otro sentido la obra de Foucault, son útiles para este fin, pues el método que utilizan suministra modelos de investigación susceptibles de aplicarse, en sus presupuestos generales, a sociedades y a periodos distintos de los que se examinan. La reflexión del momento actual se hace una consecuencia obligada, y ello les da a estas investigaciones una actualidad indiscutible” (Melossi – Pavarini, 2017, p. 7).

2. 40 años de la edición “Cárcel y fábrica”

Melossi [5], en una reflexión sobre el libro Cárcel y Fábrica 40 años después de su edición, sostiene que la obra consistió en una revisión histórica material sobre los orígenes del encarcelamiento, teniendo en cuenta una mirada marxista. Destaca la importancia de la disciplina en el interior de la cárcel como en el sistema capitalista. Tiene en cuenta la visión de Foucault, es decir, la importancia y el énfasis que otorga a la cuestión de la disciplina. Sostiene que el origen de la misma invención de la prisión, está estrechamente vinculada a lo que Marx llamaba acumulación original. En los siglos que siguieron después de su invención, la acumulación se reproduciría y expandiría a través de la incesante conquista y colonización de áreas pre-capitalistas de la sociedad, no solo en su matriz capitalista, también en el sistema penal, en virtud del requisito crucial de disciplina. Melossi describe que junto con Pavarini antes de escribir Cárcel y Fábrica escribieron un artículo sobre la historia de las instituciones penitenciarias desde la unidad italiana (1861), pero al momento de escribirlo se dieron cuenta de que no había forma de dar inicio al sistema penitenciario en el Estado Italiano, sin preguntarse sobre lo que había antes, y sobre cuáles habían sido las raíces de la institución penitenciaria (Melossi, 2018, pp.1- 2).
La “Casa de trabajo” que los holandeses de principios del siglo XVII llamaron Ras-phuis, sería central como enlace con el futuro centro penitenciario. A partir de las “Casas de trabajo” se buscó una forma de moldear a las personas. Desde el taller hasta la penitenciaría como una forma de disciplina. “El panóptico” de Jeremy Bentham y hasta el propio análisis que realiza Foucault sobre ese libro, se basan en la idea de controlar y de que pueda verse a los controlados sin ser visto por quién vigila, en la utopía de control total sobre las personas y la disciplina de las masas para que hagan lo que exige y espera el poder económico. Bentham sostenía que el panóptico era una casa de inspección, y que es una idea de una construcción aplicable a cualquier tipo de establecimiento, en el que las personas que están dentro deben mantenerse bajo inspección. Esta casa de inspección es aplicable a prisiones, casas de trabajo, fábricas, manicomios, hospitales y escuelas. Melossi, sostiene en “Cárcel y fábrica” que la cárcel fue una institución auxiliar a la fábrica en el sentido de que fue crucial para constituir y reproducir la disciplina social exigida por un modo de producción capitalista. Sostiene que tanto en la cárcel como en la fábrica hay una organización que se caracteriza por el mantenimiento de la disciplina. Sostiene que la cárcel, y teniendo en cuenta la historia de donde surgió, como las casas de trabajo en Holanda, fue una institución auxiliar a la esfera de producción, es decir, como una institución de reproducción del trabajo disciplinado para luego producir la plusvalía. Hay un vínculo, sostiene el autor, entre Marx, el libro “Cárcel y fábrica” y Foucault (Melossi, 2018, pp 5- 7).
El castigo en general y la prisión en particular pertenecen a una política de tecnología del cuerpo. Manifiesta que en los últimos años han ocurrido revueltas en las cárceles de todo el mundo, incluso contra las cárceles modelo; las revueltas tienen el objetivo de producir un cambio en ellas. Los reclamos son por el estado de miseria física, falta de alimentos, hacinamiento, maltrato físico y psíquico por parte de los guardias, pero también por el papel que cumplen los psicólogos y psiquiatras dentro de los penales. Hay una crítica hacia las cárceles como también al uso de tranquilizantes, aislamiento, servicios médicos y educativos (Melossi, 2018, p. 8).
Existe una tecnología de poder sobre el cuerpo y sobre el alma de la persona. Melossi al igual que Foucault, intentan comprender y estudiar el pasado para comprender y entender el presente. Melossi, analizando el libro Vigilar y castigar (1975), sostiene que Foucault afirma que los dos procesos, acumulación de hombres y acumulación de capital, no se pueden separar, “…no hubiera sido posible resolver el problema de la acumulación de los hombres sin el crecimiento de un aparato de producción capaz al mismo tiempo de mantenerlos y utilizarlos; inversamente, las técnicas que vuelven útil la multiplicidad acumulativa de los hombres aceleran el movimiento de acumulación del capital” (Foucault, 2006, p.223).
Melossi sostiene, que tanto él como Foucault, la idea del panóptico de Bentham encuentra aquí sus raíces, es decir, el hecho de que Bentham ya había concebido el Panóptico como el modelo de todas las estructuras institucionales de autoridad. El panóptico era entendido como todo establecimiento que “desarrollaba un rol servil en el sentido de ayudar a preparar y gestionar la fuerza de trabajo destinada a la fábrica. De esta forma la cárcel, por su carácter de institución total referida a la vida entera de sus sujetos, no era más que el caso más completo de dichas instituciones. (…) El principio de disciplina constituye el nexo entre la construcción teórica marxista en su núcleo más característico y original, el concepto de plusvalía y el discurso sobre la penalidad. Constituye también el terreno común entre los discursos de Marx y de Foucault” (Melossi, 2012, pp.304-305).
Melossi, hace mención a que en la década de 1970 empieza a surgir una crisis del sistema carcelario en relación a la idea de que la cárcel tiende a resocializar y rehabilitar y menciona a Feeley y Simon quienes hacen referencia al surgimiento de que se están empezando a reemplazar los pasados conceptos de rehabilitación y disciplina por los de riesgo y lo actuarial, es decir, que la cárcel sea vista como un depósito de personas sin tener en cuenta los conceptos de rehabilitación y resocialización (Melossi, 2018, p.13).
Feeley y Simon buscaron explicar otras formas nuevas de control social, de disciplinas y tácticas de tecnologías de poder. Ellos hablan de la nueva penología que está emergiendo en relación al encarcelamiento, la vigilancia y la custodia. Sostienen que las prácticas penales se han vueltos más conservadoras durante los años 1970 y 1980. Esta nueva penología está menos preocupada por el tratamiento del individuo ofensor; acá no interesa el tratamiento o la rehabilitación de los individuos sino que lo que se propone es agrupar y clasificar según los niveles de peligrosidad. Se reemplaza la corrección o rehabilitación del individuo por un lenguaje actuarial de cálculos probabilísticos, de riesgo y de distribuciones estadísticas aplicadas a la población. Se le da relevancia a la función solamente de custodia y no para transformar al individuo. Ya no se busca rehabilitar sino manejar diferentes grupos de riesgos. Se busca neutralizar según el riesgo, y en definitiva se castiga por castigar, es decir, no teniendo en cuenta la rehabilitación, no pensando en ayudar al ofensor para que pueda cambiar y evitar en un futuro cometer un delito. La nueva penología sostiene que está emergiendo una nueva forma de poder en el que se está dejando de lado la disciplina y la rehabilitación y se busca gestionar a los sujetos peligrosos (Feeley y Simon, 1995).
Melossi hace referencia a la noción de “disciplina” dejando en claro que él no entiende por disciplina a la enseñanza de habilidades útiles para trabajadores potenciales con el fin de encajarlos en la historia del ciclo de producción, en el sentido de resocialización o rehabilitación; sino que la disciplina, para este autor, apunta a la subordinación y la obediencia. En relación a la actualidad, hace referencia a que algo semejante a lo que pasaba en lo descripto por Friedrich Engels en 1844 en Manchester, en el que había un amontonamiento de personas pobres en barrios marginales, sucede desde fines del siglo XX en Europa y EEUU en donde los inmigrantes en busca de obtener un futuro mejor, migran a otros países y viven en barrios marginales en el que se produce amontonamiento de personas (Melossi, 2018, p. 13, 16). Philippe Bourgois (2015), quien convive cuatro años en uno de los barrios más postergados de New York en contacto con los vendedores de crack de origen puertorriqueño, describe cómo son los barrios marginales de inmigrantes a mediados de la década de 1980, cómo es la segregación racial, la pobreza y la insubordinación de los vendedores de crack para no trabajar en cualquier trabajo en donde sufren humillaciones y el salario es demasiado bajo. Melossi (2018, p.16) sostiene que la sociedad capitalista está marcada por la lucha de clases en donde la idea de subordinación parece constituir su origen y principio dominante.

3. Cárcel y Fábrica

Tanto en la obra de Melossi y Pavarini como también en la obra de Foucault, se hace referencia a que la cárcel no es una institución aislada del contexto social. Aparentemente la cárcel es un lugar cerrado y separado de la sociedad libre, pero esta separación no es real, ya que la cárcel no hace más que manifestar o llevar los modelos sociales o económicos de organización que se intentan imponer o que ya existen en la sociedad. Para Foucault la cárcel es el mejor ejemplo de disciplinamiento ejercido en el contexto social por quien detenta el poder, sostiene, además, que importa más el descubrimiento de este modelo de control disciplinar y de sus mecanismos abstractos de funcionamiento que las modalidades concretas de gestión del sistema penitenciario. Cárcel y fábrica contribuye y estimula el análisis de las relaciones existentes entre la cárcel y las diferentes situaciones socioeconómicas y el papel que desempeñan actualmente las instituciones penitenciarias. En Inglaterra, en el siglo XVI surgen los orígenes del internamiento obligatorio en el que se recogen ociosos, vagos y delincuentes menores para obligarlos a hacer trabajos forzados bajo una rígida disciplina. Surge la necesidad de enfrentar con instrumentos represivos a las grandes masas de ex trabajadores agrícolas y de desbandados que, como consecuencia de la crisis irreversible del sistema feudal, se desplazan hacia las ciudades, sin que la naciente manufactura sea capaz de absorberlos con la misma rapidez con que ellos abandonan el campo. Ya no surge la idea de eliminación física sino la de utilizar la mano de obra, la necesidad de adiestrar para el trabajo manufacturero a ex campesinos reacios a someterse a los nuevos mecanismos de producción. Así surgen en Holanda, en la primera mitad del siglo XVII, las casas de trabajo, cuyo propósito era el aprendizaje forzado de la disciplina de fábrica. Hay una relación existente entre cárcel y mercado de trabajo, entre internación y adiestramiento para la disciplina fabril. (Melossi – Pavarini, 2017, pp. 7-10).
En Cárcel y fábrica los autores sostienen que su interés por la historia de las instituciones carcelarias coincidió con el inicio de la crisis de las cárceles en los últimos años de la década de 1960. Ellos se hacen las siguientes preguntas “¿Por qué la cárcel? ¿Por qué en todas las sociedades industrialmente desarrolladas esta institución cumple de manera dominante la función punitiva, hasta el punto de que la cárcel y pena son consideradas comúnmente casi sinónimos? ¿Para qué sirve?”(Melossi-Pavarini, 2017, pp, 17-18). También se preguntan por qué y de acuerdo con qué criterios políticos, sociales y económicos se decide que quien comete un crimen deba cumplir la pena en la cárcel. Los autores se plantean investigar el origen de la institución carcelaria ya que plantear la pregunta destruiría el mito de que la cárcel ha existido siempre. Los autores no fueron los primeros en investigar los orígenes, hubieron otros sujetos antes que ellos que recorrieron este camino, como lo fueron durante la década de 1930 dos autores de la escuela de Franckfurt, George Rüsche y Otto Kirchheimer en su obra Punishment and social structure (1939). Melossi y Pavarini, en Cárcel y fábrica, buscaron construir una teoría materialista, en el sentido marxista de la palabra del fenómeno social llamado cárcel, es decir, extender los criterios básicos de la teoría marxista de la sociedad para la comprensión de este fenómeno. Así, encontraron una conexión entre el surgimiento del modo capitalista de producción y el origen de la institución carcelaria moderna (Melossi – Pavarini, 2017, pp.17-18).
El libro Cárcel y fábrica está dividido en dos partes, una realizada por Melossi y la otra por Pavarini. A continuación hago una breve reseña de cada parte para comprender la relación que ambos hacen de la institución carcelaria con la fábrica, y así entender cómo fue el proceso de investigación que se propusieron para luego desarrollar sus ideas sobre el sistema penitenciario.
Melossi analiza la creación de la institución carcelaria moderna en Inglaterra y Europa continental entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XIX. Argumenta que hay un proceso de cambio en el mundo feudal, una transición económica, política, social, ideológica y de costumbres. En Inglaterra, en los siglos XV y XVI, se produce una gran expulsión de labradores de la tierra debido a la cada vez más pesada carga de trabajo que se le imponía a la masa campesina, la que podía evitarse a través del vagabundaje por el campo o la fuga hacia la ciudad. La ciudad representaba un desarrollo de la actividad económica, en particular del comercio, lo que significaba un gran atractivo. De esta manera, las ciudades, comienzan a poblarse de miles y miles de esos trabajadores expropiados convertidos en mendigos, vagabundos, a veces bandidos, pero en su mayoría, en masas de desocupados. Estos desocupados no podían ser absorbidos por la naciente manufactura de manera rápida, no podían adaptarse de manera súbita a la disciplina de una nueva sociedad. Ante esta situación en toda Europa occidental se dicta una legislación sanguinaria contra la vagancia que los trata como delincuentes voluntarios. Con posterioridad, a medida que crece el fenómeno de proletarización, las medidas de terror van disminuyendo en eficacia, y a su vez, el desarrollo económico absorbe cada vez más fuerza de trabajo procedente del campo. Ante tanta cantidad de vagabundos, ociosos y ladrones, el clero inglés, alarmado, peticionó al rey quien como solución permitió usar el castillo de Bridewell para que esas personas pudieran estar allí. Se los recibió en el castillo con el fin de reformarlos por medio del trabajo y la disciplina. Esta iniciativa también buscaba desanimar a otros en el vagabundeo y el ocio. El trabajo que allí se realizaba era del ramo textil, como lo exigía la época. Este experimento parece ser que fue un éxito ya que en poco tiempo, estas casas de corrección, surgieron en varias partes de Inglaterra. (Melossi- Pavarini, 2017 .p33-34).
En la primera mitad del siglo XVII, surgen en Holanda, las llamadas casas de trabajo, que llegan en el período de los orígenes del capitalismo a su forma más desarrollada. Estas casas responden en el fondo a una exigencia relacionada al desarrollo general de la sociedad capitalista. En definitiva, buscaban generar disciplina, lograr la transformación del ex trabajador agrícola expulsado de su tierra, en obrero. Esta situación no está separada del mercado de trabajo; se hace necesario disciplinar a la clase obrera para que no proteste, ya que “…la oposición de la clase obrera naciente a las condiciones de trabajo depende de la fuerza que tenga en el mercado de trabajo, pues en la medida en que la oferta de mano de obra es escasa, aumenta su capacidad de oposición y de resistencia, y su posibilidad de lucha para no doblegarse; esto, aunque no se exprese todavía en formas conscientes y organizadas, tiende, de todos modos, a poner en peligro el orden social y a transformarse objetivamente en política, expresándose espontáneamente en el delito, en una agresividad en ascenso, en la revuelta” (Melossi -Pavarini,2017,p. 35-36). Las casas de trabajo buscaban obreros no calificados en el proceso productivo porque eran los más necesitados y los que ofrecían menos resistencia, ya que los que conservan alguna habilidad artesanal siguen teniendo una cierta capacidad de resistencia y de insubordinación ante la producción manufacturera hasta que la aparición de las máquinas la viene a destrozar. Lo que se busca es manejar un sector de la fuerza de trabajo que es necesario que sea disciplinado para el mundo de la producción manufacturera, un trabajador dócil y menos provisto de conocimiento. Lo que se buscaba es que se aprendiera la disciplina de la producción. Se prepara para obedecer una vez que ya no estén en la casa de trabajo, es decir, una vez que estén afuera, en la fábrica. (Melossi –Pavarini, 2017).
El ejemplo de las casas de trabajo de Amsterdam fue seguido en muchas otras ciudades europeas; esta expansión no se dio por casualidad sino que se fue dando en aquellas zonas en donde ya había un notable desarrollo de tipo mercantilista-capitalista. “Los siglos XVII y XVIII fueron creando poco a poco la institución que primero el Iluminismo y después los reformadores del siglo XIX transformaron en la forma actual de la cárcel. Así la primera forma de la prisión moderna está íntimamente ligada con la casa de corrección manufacturera” (Melossi –Pavarini, p. 53). Las casas de trabajo fueron una de las manifestaciones en la época del mercantilismo que apoyó el desarrollo del capital. Este capital necesitó de protección y de privilegios para regular el salario, para prolongar la jornada laboral y mantener al trabajador en relación de dependencia, como también en las relaciones entre los estados y en la relación con las colonias. El modo de la producción capitalista naciente tiene que recurrir al poder del Estado, a la violencia concentrada y organizada de la sociedad. La organización del proceso capitalista hace creer al obrero, ya sea por educación o tradición que las exigencias del modo de producción sean consideradas como leyes naturales. Con posterioridad, el trabajo en las casas de trabajo empieza a desempeñar una utilidad insignificante, se piensa más en función de disciplina y de domesticación que de producción (Melossi –Pavarini, 2017).
Melossi sostiene que la cárcel es creada como una institución esencialmente burguesa, cuyo fin principal es la educación en la disciplina y la obediencia, así se transforma en instrumento terrorista de control social. La cárcel se empieza a convertir en la pena dominante, la pena burguesa por excelencia (Melossi –Pavarini, 2017, p. 132).
Pavarini, en la segunda parte del libro Cárcel y fábrica, analiza las experiencias penitenciarias de Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX. Observa que la sociedad colonial de Estados Unidos, tenía una legislación que buscaba limitar el fenómeno de la vagancia, con normas severas pero no sanguinarias como las vigentes en algunos países europeos. En 1683, en el primer código de Nueva York, se trazan las primeras líneas que luego serían las constantes de la legislación colonial contra la vagancia y el pauperismo por más de un siglo. Estados Unidos en 1860 era ya el segundo país más industrializado del mundo. Hubo un gran incremento de la producción textil y actividades afines, esto se debió en parte al empleo masivo de capitales y la utilización cada vez más intensiva de máquinas. Ante la transformación profunda económica de los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX, se genera una nueva concepción de las clases sociales y procesos disgregativos del viejo orden sociocultural del tipo colonial. Esto generó una valoración distinta del orden social y del problema del control de las clases marginales. Alrededor de 1820 se busca generar la creencia de que la causa principal del pauperismo no puede ser sino de naturaleza individual. Se empieza a hablar de que la pobreza es subjetiva y que uno es responsable de serlo. El pauperismo está ligado estrechamente con la conducta desviada y criminal; esta conexión tenderá a permanecer constante en el futuro. Se empieza a generar el discurso de que el que es pobre es porque no quiere trabajar. La propuesta institucional, o sea la propuesta del internamiento forzoso de las masas de pobres, ociosos y vagabundos en estas instituciones donde la administración pública debía encargarse de su educación por medio del trabajo, se hizo cada vez más la alternativa real. Así, la propuesta institucional – la de privilegiar el momento del internación- se hizo en Estados Unidos de la primera mitad del siglo XIX, la característica de toda la política de control social. Surge un modelo paradigmático en la lucha en contra de todas las formas sociales de desviación. Pavarini considera que la cárcel como la fábrica puede esconder un equívoco, en el sentido de que la cárcel haya tenido efectivamente una utilidad económica de gran relevancia. Si bien se buscó hacer del trabajo carcelario un trabajo productivo, en la realidad este intento casi siempre fracasó. Desde el punto de vista económico, la cárcel apenas ha podido llegar a ser una empresa marginal, pero con una finalidad de transformación, al menos en sus orígenes, con éxito, la transformación del criminal en proletario. La verdadera invención penitenciaria consiste en que la cárcel sería como una máquina capaz de transformar al criminal violento, febril, irreflexivo (sujeto real) en detenido (sujeto ideal) disciplinado y mecánico. La cárcel como una fábrica de proletarios y no de mercancías, tiene la finalidad de educar y disciplinar para trabajar luego en las fábricas sin protestar. Se buscaba educar y disciplinar a los presos/as y convertirlos/as en proletarios/as a través del aprendizaje forzado, así, en la cárcel, se aprende la disciplina que será utilizada luego en la fábrica (Melossi-Pavarini, 2017).
Los/as presos/as son una inversión educativa, la cárcel es un mecanismo institucional a través de los cuales se realiza la transformación del criminal encarcelado/a en proletario/a. La cárcel de la primera mitad del siglo XIX se convierte en un lugar de observación de la nueva política de control social, en el lugar en donde se busca tener conocimiento del criminal. Esa observación buscaba resolver la preocupación social de la época, es decir, la lucha contra la criminalidad. Este proceso tiene explicación porque se asiste a un proceso acelerado y violento de acumulación de capital acompañado de inevitables fenómenos de disgregación social. La penitenciaría como mecanismo disciplinario se impone con fuerza en la estructura organizativa de las cárceles norteamericanas de la primera mitad del siglo XIX. Los reformadores sostenían que las normas penales funcionan, son eficaces y útiles para el control social en la medida que amenazan, no con un terror genérico, sino un terror cierto. La cárcel es utilizada como instrumento de reforma del encarcelado/a para llevarlo a la subordinación por medio de la disciplina (Melossi-Pavarini, 2017, pp, 189-195, 226).

4. Control social en Argentina y creación de la cárcel de Bahía Blanca

Entre 1880 y 1916 se dieron profundas transformaciones que dieron lugar a las bases de lo que sería la Argentina moderna. Por un lado, el país ingresa en el capitalismo internacional, se establecen vínculos estrechos con los mercados de otros países y se le asigna un rol específico: la agroexportación, acompañada de la producción cerealera y de ganado. A su vez, y con el objetivo de controlar las tierras que serían utilizadas para satisfacer este modelo agroexportador, se profundiza el proceso iniciado anteriormente, es decir, la apropiación de territorios que pertenecían a pueblos originarios. Se da la ocupación militar para luego incorporar estas tierras al sistema productivo. El control político es ejercido por unos pocos sobre la mayoría de los ciudadanos/as. Por otro lado, es el período en que se produce una inmigración masiva proveniente de países europeos, población que conformará la base de la mano de obra para la construcción de la Argentina moderna, serán los encargados del tendido de las vías férreas, de las instalaciones portuarias, del trabajo en los ámbitos rurales y en la incipiente industria urbana. A su vez, nuevas ideologías comenzaron a tener relevancia en este territorio, el anarquismo y el socialismo vinieron de la mano de los/las inmigrantes. Estas fueron las bases ideológicas de las primeras organizaciones obreras en Argentina. El capitalismo ingresa en Argentina, pero a la vez también se organizan quienes resisten a la explotación que ese sistema producía en las clases trabajadoras, que eran el sostén de todo el sistema productivo. Los trabajadores que se insertaban en el mercado de trabajo sufrían las consecuencias de los medios de producción en manos de una sola clase. Las jornadas laborales eran eternas y bajo condiciones deplorables, los salarios no alcanzaban para cubrir las necesidades básicas de alimentos y vivienda, es así que comenzaron a unificarse los reclamos. En 1902 se realiza la primera huelga general que comienza en las zonas portuarias de Bahía Blanca, Rosario y Buenos Aires. Esta huelga se expande y es fuertemente reprimida. Pero lo interesante de este episodio es que el Estado comienza a perfilar la idea de un enemigo interno que hay que combatir, este enemigo está protagonizado por los/las trabajadores que se suman a las huelgas, y para ello se sanciona, también en 1902, la Ley de Residencia que establecía que todo extranjero que alterara el orden público sería inmediatamente deportado a su país de origen, es decir todo aquél sospechoso de impulsar huelgas y actividades relacionadas con las protestas. Esta ley fue un elemento que buscó disciplinar la enorme efervescencia que estaba protagonizando el movimiento obrero a principios de siglo XX. De todas maneras, las huelgas continuaron y todas obtuvieron como respuesta la represión por parte del estado. En 1907 se produce otra importante huelga general que comienza en Rosario y luego tiene un fuerte alcance en el Puerto de Ingeniero White, Bahía Blanca. Hay heridos, detenidos y fallecidos (Lobato, 2000; Costanzo, 2009).
Caimari (2012) sostiene que surge una concepción “argentina” de castigo civilizado y que estuvo estrechamente vinculado al desarrollo de nociones similares en las sociedades europeas entre los siglos XVI y XVIII, en el que los derechos de los estados europeos sobre el transgresor se expandieron y centralizaron. Surgen nuevas concepciones del cuerpo humano en el que la naturaleza del castigo cambia. Las penas admitidas, como corporales, económicas y morales fueron cediendo un lugar cada vez mayor a la privación de la libertad (Caimari, 2012, pp.33-34).
La ciudad de Bahía Blanca situada en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, iniciado el siglo XX, pretendía dejar en el pasado su carácter de fortín de frontera y se desplegaban los proyectos para construir un “Liverpool argentino” e ingresar al acelerado ritmo del sistema capitalista. La modernización de la zona urbana implicó el asentamiento de bancos, casas comerciales, industrias alimenticias y el aumento de las zonas de residencia que se incluirían a la urbe en crecimiento a finales del siglo XIX e inicios del XX. La instalación de instituciones gubernamentales aumentó el control estatal, pero también colaboró en el proceso de desarrollo urbano. En este contexto, en 1905, por medio de la provincial n°2795 se establece la necesidad de crear una cárcel.
La cárcel se crea en el centro de la ciudad pero a menos de un año de sancionada la ley, la capacidad de edificio resultó insuficiente para las detenciones en aumento y las condiciones de vida se presentaban como un riesgo para las personas privadas de la libertad. En este contexto, la prensa local vehiculizó numerosas denuncias que pusieron de manifiesto las carencias alimenticias y el hacinamiento al que estaban sometidos los presos, contradiciendo la pretendida modernidad urbana con el carácter pre-moderno del castigo. Ante esta situación en 1909, se crea la cárcel que continúa hasta el día de hoy en Bahía Blanca, alejada del centro urbano. El “moderno” establecimiento penitenciario construido en la periferia en la ciudad contaba con una capacidad total para alojar a 650 personas (Giménez, 2014).

5. Reflexiones Finales

Las clases populares son la que generalmente llenan las cárceles, algo semejante sucede con las fábricas. Lo que sucedía en los siglos XVII y siguientes continúa todavía en la actualidad, es decir, la explotación, el miedo, la disciplina y subordinación siguen haciendo eco. La sociedad de consumo en la que vivimos crea disciplina y hace seguir estereotipos diseñados por capitalistas para sentirse que se forma parte de la sociedad. Marketing, publicidad e internet muestran una vida de éxito para todos/as pero ese éxito no lo es para todos/as, eso lleva a la exclusión y a la marginación. El capitalismo atraviesa a las personas con tanto énfasis que parece normal que se quiera seguir esos estándares de vida de éxito. En Argentina las cárceles están hacinadas, como también sucede en otros países, ante esto, se busca cada vez más crear más cárceles para resolver el problema. Las cárceles en el sistema capitalista, por lo general, siempre tienen un destinatario, la gente pobre, excluida e inmigrantes.
La creación de la cárcel de Bahía Blanca se amoldó a las exigencias de la considerada modernidad y de las luchas obreras que surgían en varios lugares de Argentina y especialmente en el puerto de Ingeniero White, puerto comercial de la ciudad de Bahía Blanca. Su creación se debió al crecimiento de la ciudad y de encarcelar a todo aquel que no se amoldara a lo exigido en ese contexto. La disciplina, el miedo, la explotación, eran necesarios para llevar adelante la modernidad buscada en el sur de Argentina, para ir en contra de aquellos/as que la entorpecieran. La cárcel fue un buen método para disciplinar y generar miedo; los destinatarios, por lo general, eran pobres y obreros que protestaran y que no se ajustaran a la pretendida modernidad de la ideología burguesa.

Bibliografía:

– Bourgois, Philippe, En busca del respeto, vendiendo crack en Harlem, Siglo veintiuno editores, Argentina, 2015.
– Caimari, Lila, Apenas un delincuente: Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955, 2da ed., Siglo veintiuno editores, Buenos Aires, 2012.
– Costanzo, Gabriela. Los indeseables. Las Leyes de Residencia y Defensa Social, Madreselva, Buenos Aires, 2009.
– Feeley, Malcom y Simon, Jonhatan, La nueva penología: notas acerca de las estrategias emergentes en el sistema penal y sus implicancias (1992), en Delito y Sociedad, 6-7, 1995.
– Foucault, Michel. Vigilar castigar, nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Argentina, 2006 [1975].
– Gimenez, Julia, 2014, Las políticas penitenciarias al servicio de la lucha antisubversiva: La cárcel de Bahía Blanca y los presos políticos entre 1973 y 1976, Magíster en Historia y Memoria, Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=tesis&d=Jte1071
– Lobato, Mirta Zaida. El progreso, la modernización y sus límites (1880 -1916), Nueva Historia Argentina, Tomo 5, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.
– Melossi Darío y Pavarini Massimo, Cárcel y fábrica. Los orígenes del Sistema penitenciario, Siglo XXI, México, 2017 [1977].
– Melossi Darío, Delito, pena y control social, Ad hoc, Buenos Aires, 2012.
– Melossi, Darío y Pavarini, Massimo, The Prison and the Factory (40th Anniversary Edition) Origins of the Penitentiary System, Palgrave Studies in Prisons and Penology, 2018.

Notas:

[*] El autor Leonardo David Montigel es Abogado, egresado de la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca, Argentina). Maestreando en Criminología en la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe, Argentina) cohorte 2019/2020. Trabaja desde el año 2011 en la Oficina Judicial con asiento en la Unidad Penal Nº 4 de Bahía Blanca dependiente del Departamento de Derechos Humanos, Política Penitenciaria y Denuncias, de la Procuración General de la S.C.J.B.A.
[1] Melossi, Darío y Pavarini, Massimo, Cárcel y fábrica. Los orígenes del Sistema penitenciario, Siglo XXI, México, octava reimpresión, 2017, primera edición en español, 1980, [1977], p.11.
[2] Foucault, Michel. Vigilar castigar, nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Argentina, 2006 [1975], p. 225.
[3] Melossi, Darío y Pavarini, Massimo, Op.Cit.
[4] Este ensayo, en parte, es fruto del trabajo presentado para la Escuela de Invierno 2019, de la Maestría en Criminología en la Universidad Nacional del Litoral, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (Santa Fe, Argentina).
[5] Dario Melossi, Massimo Pavarini, The Prison and the Factory (40th Anniversary Edition), Origins of the Penitentiary System, Palgrave Studies in Prisons and Penology, 2018.