Vergüenza, humillación y castigo penal Por Lucía Laporte

INTRODUCCION

            Confucio sostuvo que “conocer la vergüenza es comparable al coraje”. Aunque la noción de vergüenza posee numerosas acepciones y matices, la forma en que Confucio describe a ese sentimiento es importante a la hora de pensar en el castigo y en el derecho penal en general.

            La vergüenza responde a la evaluación de quiénes somos y de aquello que hacemos.

            Martha Nussbaum  [1] argumenta que la vergüenza se origina a partir de la conciencia de la vulnerabilidad de uno en presencia de los otros.  Por otro lado, Bernard Williams [2]   expresa que “en la experiencia de vergüenza, el entero ser de uno mismo parece disminuido. En mi experiencia de la vergüenza, el otro ve todo lo mío y a través mío, incluso si la ocasión de vergüenza se da en mi superficie (por ejemplo en mi apariencia); y en la expresión de la vergüenza, en general, así como de la forma particular de vergüenza que constituye la sensación de embarazo, no hay sólo el deseo de esconderse o de esconder mi cara, sino el deseo de desaparecer, de no estar ahí. No es sólo el deseo, como se suele decir, de que te trague la tierra, sino más bien el deseo de que el espacio ocupado por mí se quede instantáneamente vacío”.

            Mas allá de las diferentes formas de sentir la vergüenza, cierto es que la misma siempre afecta de forma fundamental nuestras vidas; nos paraliza para realizar acciones, nos provoca sentimientos y sensaciones en el cuerpo, y en muchos casos, en los de mayor gravedad, nos motiva a accionar como si se tratase de un motor que nos impulsa.

            Es en este sentido en el cual pretendo basar el presente trabajo; si bien la vergüenza es un concepto muy amplio y ampliamente vago, el mismo se halla vinculado siempre a la identidad de uno mismo, sea colectiva o individual, en este ultimo sentido sobre aquello con lo que cada uno considera forma parte de la misma identidad. Dicho sentimiento se vincula a nuestro ser único se relacióna íntimamente con el hecho de formar parte de la naturaleza, de reconocernos como parte del mundo animal, de ver despertarse nuestros instintos y notar que, aunque seres civilizados, no somos básicamente diferentes a nuestros compañeros de categoría “animal”.[3]

            Es interesante recordar la capacidad expansiva del sentimiento de vergüenza, la cual puede llevarnos a fallar en nuestro sistema de autorregulación. En numerosas situaciones se presenta junto a simples síntomas (color en las mejillas, sudoración, etc.) “Como una mala hierba invasiva o como un virus en la computadora, la vergüenza tiende a insinuarse en nuestra vida entera, en nuestro total mundo experiencial, y a estropearlo todo. No es que yo simplemente no conseguí acabar el maratón, sino que soy un completo fracaso. No es que yo retraumatizara a mi paciente sin darme cuenta: yo soy un fracaso como analista, y, por tanto, como ser humano. No sólo me quejaba de mis pies doloridos; yo simplemente soy una persona egoísta. Esta cualidad invasiva de la vergüenza sugiere sus orígenes en la familia, donde mi mundo de experiencias se fue organizando alrededor de un sentimiento de mí mismo como sin valor, buena para nada (good for nothing) y egoísta. Esta historia no sólo falla en suministrarme las capacidades autorreguladoras que se necesitan para enfrentar la humillación, sino que además inhibe activamente el desarrollo de la capacidad de tomar otra perspectiva de mí misma.” [4]

Pensar en la vergüenza como una forma de motivación personal, de dirigirnos en la vida y de motivar nuestras acciones; creo que es este un sentido fundamental de dicho sentimiento a la hora de fundar el castigo penal.

EMMA ZUNZ

            El cuento de Borges alude a la historia de Emma Zunz, quien recibe una carta en Buenos aires, desde Brasil, firmada por el tal Fein o Fain, en donde le informan que su padre había muerto; no se habla de suicidio sino de que había tomado por error una fuerte dosis de veneno y había fallecido aunque Emma cree que en realidad se suicido. Emma se encuentra segura de ello dado que su padre había huido a dicho país y (había) cambiado su nombre, luego de  ser acusado de desfalco en la empresa donde trabajaba, y le confesándole a su hija –Emma- que en realidad el autor era Loewenthal, hoy dueño de dicha empresa.

            En dicho momento ya comienza a jugar un papel fundamental en la narrativa el sentimiento de vergüenza; aquel que motiva al padre de Emma a suicidarse por la situación por la que atravesó luego de la acusación. Es en este caso un sentimiento de vergüenza vinculado a la imagen que poseen los demás de uno mismo, al poder concretar y satisfacer esa imagen mental que nos hemos formado de nosotros mismos.

            Dicha noticia es la que desata la trama del cuento, la que despierta en Emma su propia necesidad de venganza. Así, ella planea y ejecuta la venganza: primero decide entregarse como prostituta a un marino para poseer pruebas de haber mantenido relaciones sexuales, posteriormente concurre a la fábrica donde ella trabajaba –justamente la de Loewenthal, y donde se había desempeñado su padre-. Le miente a Loewenthal diciéndole que va a informarle sobre la huelga que tienen pensado hacer los obreros para pactar un encuentro secreto.

Una vez allí, y aprovechando que Loewenthal va a buscar un vaso con agua, Emma tomó el revólver que este tenía en su cajón y le dispara tres veces cuando vuelve a ingresar a la habitación.

Después, se comunica con la policía diciendo que había sido convocada al lugar por Loewenthal, que él había abusado de ella y que en defensa propia tuvo que matarlo.

            Es claramente una historia de venganza; Emma, decide matar a Aarón Loewenthal porque éste había estafado a la compañía donde él y Emanuel Zunz, padre de Emma, trabajaban, pero imputó el hecho a este último.

A consecuencia de esto, Emanuel sufre el remate de su casita de Lanús, la prisión, la vergüenza, y el exilio por la deshonra. Cuando Emma se entera del suicidio de su padre, decide ejecutar su venganza, la cual planeaba hacia tiempo –Borges relata que “ella se ha había soñado muchas veces” matando a Loewenthal-.

            Existen varios elementos dentro de la narración que nos demuestran porqué la venganza juega un papel tan importante para Emma. No sólo es aquella que lleva a su padre al suicidio sino que a ella la marca a lo largo de su vida, la determina a tener un propósito y dirigirse hacia él. Es la vergüenza la que la determina en su existencia, por lo sucedido y el que solamente cree que opacara con venganza.

            Borges relata que “la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo”, destacando de esta manera la importancia que Emma atribuía a lo sucedido, y no solamente por la muerte de su progenitor sino por lo que ello despertaba y significaba en -y para- ella (y significada); ahora venia el turno de terminar con el sentimiento de vergüenza que la acompañaba hacia años.

            Emma trabajaba en la misma empresa que su padre y Loewenthal, callando todo lo relacionado con aquel incidente, escondiendo sus verdaderos sentimientos hacia Loewenthal  y sus intereses. Incluso, ni a su amiga más próxima le contó su verdad y sus motivaciones; esto demuestra que Emma atribuía a la vergüenza que sentía una importancia trascendental, tanto que era parte de si misma y la cual no quería compartir con el resto. Era una chica solitaria, reservada y tímida;
todo aquello que habría hecho que ella se abra y muestre su real ser lo repelía, buscando protegerse de mostrar su vergüenza, y que la misma node que salga a la luz. La única manera de terminar con ella era la venganza. 

            Por otro lado, Borges alude al hecho de que Emma siempre se declaraba contra toda violencia dentro de la empresa y las huelgas, situación que, considero, era premeditada por Emma , quien sabia que el día de la revancha llegaría y su versión siempre seria mas creíble si no se trataba de una persona violenta o afín a las armas.

            Asimismo, Emma sintió un gran alivio el día en cuestión; lo cual debería ser extraño dado que su padre había fallecido recientemente y se encontraba a punto de prostituirse y de cometer un crimen aberrante como es el homicidio.  Pero ello nos demuestra nuevamente la importancia que le atribuida Emma a su sentimiento de vergüenza; la misma se erguía sobre todo lo demás de su vida y sobre todas sus acciones. Ese día sentía alivio porque creía se encontraba cerca de hacer desaparecer una vez y para siempre ese sentimiento.

            Incluso, el texto narra que en referencia a la relación sexual con el marinero que “ella sirvió para el goce y él para la justicia”; la justicia propia de Emma y de su realidad, no para la justicia de los hombres. No importaba si ella cometió lo que se consideraba un delito, su accionar era guiado por la vergüenza, lindante en la humillación, que sentía por lo tanto ella lo sentía justo y justificado.

            Ya, alejándonos del mundo de la literatura, han existido numerosos casos en los cuales la vergüenza puede invadir de tal manera una persona que termina perdiendo su vida y su autonomía por ello:, son aquellos casos en los que la vergüenza reviste tal entidad que se trata ya casi de una humillación.

            Un caso muy conocido en el ámbito judicial de nuestro país es el del odontólogo Barreda, condenado a reclusión perpetua por asesinar a su mujer, su suegra y sus dos hijas, dado que aseguro que ellas lo humillaban, denigraban y lo apodaban “conchita”. El sentimiento de vergüenza vivido por el odontólogo lo llevo a aquello que considero la mejor manera de terminar con ese sentimiento; directamente matarlas a todas dado que era la única manera de “liberarse” de esa vergüenza. Ahora bien, es interesante que años después expreso que estaba arrepentido de lo que hizo, lo cual creo puede ser entendible dado que la vergüenza ya no se encontraba presente en su mente, la ha desechado, le ha ganado y con el pasar de los años el recuerdo de la misma se diluye; analizándole hoy en día parece imposible que haya motivado suficientemente como para matar a su familia, pero en dicho momento evidentemente lo fue.

VERGÜENZA Y CULPA

            Ahora bien, en estos casos extremos es en donde la vergüenza parece tal que lleva y determina a los personajes a cometer actos atroces. En dichas situaciones, ¿existe posibilidad de desmotivarlos respecto de su accionar? ¿Alguna teoría de la pena prevencionista puede influir en la psiquis de estos autores y lograr que no cometan el hecho? ¿Existe una pena suficientemente alta para que los desmotive a delinquir? ¿La culpa por lo realizado juega un papel en su decisión?

La culpa es aquel sentimiento doloroso que deriva de la sensación más o menos consciente de haber transgredido una norma (ética, social, moral, etc.)

La vergüenza se encuentra, máxime tomando como punto de partida el derecho penal, vinculado a la culpa, aunque la diferencia entre ambas existe y debe remarcarse: “La vergüenza es acerca del self (el sí mismo). Se refiere no simplemente a un tipo de afecto, sino a un sistema emocional complejo que regula el vínculo social: lo que uno es ante sí mismo y ante los otros; el estatus de uno mismo: el ser o no querible, sentirse aceptado o en inminente rechazo, ante el ojo del otro o ante el ojo autoevaluador del sí mismo… Esta relación esencial con el self contrasta con el terreno de la culpa, que no se refiere al self, a lo que uno es, sino a lo que uno hace” [5]

            Pero la culpa por el accionar indebido se encuentra más alejada de la vergüenza cuando la misma es la que determina su accionar. La manera para responder las preguntas antes formuladas será la forma en que el Estado como titular de la potestad punitiva deba responder al conflicto suscitado.

            Lu Kun, un estudioso de la dinastía Ming, dijo, "incluso una amenaza de cinco torturas no puede estar a la altura del sentido de la vergüenza". El derecho penal no puede inculcar la culpa o la vergüenza, no es su rol el enseñar, sino sancionar a aquellos que realizan conductas reprobadas. Pero en estos casos, la pena parecería perder sentido, dado que su accionar posee una determinación interior muy fuerte y difícilmente se vería desmotivada por la pena en expectativa. Lu Kun creía que enseñar a las personas a conocer la vergüenza es mucho más importante que imponer castigos, razón por la cual el confucianismo creía en la educación de las personas antes que castigarlas.

            Sin perjuicio de compartir esa postura, creo que en casos como el de Emma Zunz o el del odontólogo Barreda o de todos aquellos autores determinados por la vergüenza, la pena solamente cumpliría una función de mera retribución por el hecho acontecido, tomando fundamental importancia así las teorías de la prevención general positiva (convicciones jurídicas fundamentales de Mir Puig, conciencia social de la norma de Winfried Hassemer o una actitud de respeto hacia ella de Armin Kaufmann o aquella que sostiene que la pena no es más que una reafirmación de la norma quebrantada como el delito. La pena es vista como una comunicación más que como un medio de prevención o protección, y advierte a los miembros de la sociedad que la expectativa de la conducta debida no se encuentra en discusión, que la norma vale para todos y sino es cumplida, existirá una pena. “El autor del hecho punible pronuncia el principio: <la norma que quebranto no rige para mi>; la sociedad le responde que si rige, constata la norma como existente; y se lo demuestra a todos, también al autor, a su costa.” [6] 

            Sólo de esta manera estos autores motivados por la vergüenza podrían recibir una pena la cual se encuentre fundamentada y posea una función, evitando la aplicación de penas meramente retribucionistas. Sin embargo, aún así creo que Emma hubiera actuado de la misma manera siempre que se encuentre en dicha situación, la vergüenza invadió de tal manera su vida que la determino a accionar, llevándola a cometer actos atroces para calmar su sentimiento de vergüenza.
    

Notas:

[*] La autora es abogada UBA 2005, actualmente Profesional Visitante en la Corte Interamericana de Derechos Humanos y Becaria por la Comision Europea "Erasmus Mundus" en el Master Europeo en Derecho Transnacional y Finanzas.

[1] Martha Nussbaum, Hiding from Humanity: Disgust, Shame and the Law, Princeton University Press, e-book, 2004

[2] Bernard Williams, Shame and Necessity, University of California Press, California, 1993.

[3] Kahn, Paul W., Out of Eden: Adam and Eve and the problem of Evil, Princeton University Press, New Jersey, 2007.

[4] Orange, Donna, ¿Vergüenza de quién? Mundos de humillación y sistemas de restauración, presentado en el Simposium Internacional sobre Vergüenza, Roma, febrero de 2005.

[5] Lansky, M- Shame and Suicide in Sophocles Ajax, Psychoanalytic Quarterly
65.              

[6] Sancinetti, Marcelo A. – Casos de derecho penal, Editorial Hammurabi, 2005.